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My call: Franco Harris, el inmaculado receptor

El nombre de Franco Harris estará eternamente vinculado a las palabras “Inmaculada Recepción”. Tan grande fue el jugador como la jugada que ejecutó el 23 de diciembre de 1972 y que le cambió la vida a él, a los Steelers y a la propia ciudad de Pittsburgh. Apenas en febrero de 2020 los fanáticos votaron por que esa atrapada es el Mejor Momento de Todos los Tiempos de la NFL. Estaban por cumplirse 50 años, pero dos días antes Harris cerró los ojos para el eterno descanso. Se perdió la ceremonia que el equipo le tenía preparado para retirar su número 32 al medio tiempo del partido contra los Raiders que ahora juegan en Las Vegas.

¿Qué pasó en el Three Rivers Stadium el 23 de diciembre de 1972 durante el juego divisional de la AFC entre los Oakland Raiders de John Madden y los Pittsburgh Steelers de Chuck Noll? Que el novato Franco Harris, un ex jugador colegial de Penn State, atrapó un pase desviado y corrió para conseguir el touchdown ganador. La jugada parece una escena escrita especialmente para el guion de una película: frío invernal, último cuarto, Pittsburgh perdiendo 7-6 con 22 segundos en el reloj y enfrentando cuarta oportunidad y 10 yardas por avanzar en su yarda 40, un quarterback estrella como Terry Bradshaw intentando lo imposible y…ocurrió.

Bradshaw lanzó un pase al corredor John “Frenchy” Fuqua, quien chocó con el back defensivo de Oakland, Jack Tatum; el balón revoloteando -no hay certeza de quién lo desvió- salió en dirección al medio campo. Todos los jugadores estaban paralizados menos Franco Harris quien levantó el ovoide unos centímetros encima de su zapato, superó a varios defensivos de los Raiders y entró a la red zone. Todos atónitos vieron cómo los Steelers obtuvieron su primer triunfo en los playoffs unos 40 años después de que Art Rooney llevó la NFL a una de las zonas más pobres y castigadas de Estados Unidos.

Fue el inicio de lo que conocemos como la Steeler Nation, una dinastía amarilla y negra que hasta entonces no había sido más que una franquicia moribunda, como la ciudad donde estaba asentada. A Franco Harris, el hijo de un soldado que combatió en la Segunda Guerra Mundial, y de una mujer italiana que procreó, cuidó y crió nueve niños, lo movió su simple instinto, el deseo y las ganas de quien en ese momento sólo era la selección número 13 del draft de 1972, un muchacho que le había llenado el ojo al coach Noll.

Con Franco Harris, los Steelers se convirtieron en una franquicia ganadora y de élite que dominó la década de los setenta ganando los Super Bowl IX y X y los XIII y XIV.

La Inmaculada Recepción de Franco Harris cambió la suerte de una franquicia y de una región que con dolor vio a sus hijos partir cuando la industria acerera estaba en declive. Las siderúrgicas de Pittsburgh colapsaban cuando su equipo de futbol americano se ceñía su cuarta corona. Muchos de los jóvenes se mudaron a otros estados en busca de trabajo. Ellos ayudaron a construir la base nacional de fanáticos de los Steelers. Quienes se fueron y quienes se quedaron tenían el alma templada como el acero, ese fue el ejemplo de Harris: nunca rendirse.

Los números y las hazañas de Franco Harris son demoledoras. Pasó 12 temporadas como el motor de la ofensiva de los Steelers y siempre lo hizo de forma silenciosa, sin alharacas; pero tampoco se dejó eclipsar por figuras como Bradshaw o Jack Lambert. Harris se definió como una pieza del engranaje de una máquina extraordinaria.

Franco Harris corrió para 12,120 yardas. Ocho veces superó las 1,000 yardas por tierra en una temporada. Acumuló 1,556 yardas terrestres adicionales y 16 touchdowns por tierra en los playoffs, ambos lo ubican segundo de todos los tiempos detrás de Emmitt Smith. Se retiró como el tercer mejor corredor de todos los tiempos de la NFL detrás de Walter Payton y Jim Brown. Anotó al menos una vez en tres de los cuatro Super Bowls en los que jugó, y las 354 yardas por tierra en 101 acarreos en cuatro SB siguen siendo un récord casi cuatro décadas después de su retiro.

Ya lejos de los emparrillados, años después de que Noll lo desechó del equipo, Harris siguió siendo un hombre importante en la comunidad. Solía pasar por las instalaciones de práctica para platicar con jugadores que ni siquiera habían nacido cuando ejecutó la Inmaculada Recepción.

El legendario comentarista deportivo local Myron Cope proclamó el 23 de diciembre como el día de la Fiesta de la Inmaculada Recepción, en una clara alusión a que la iglesia católica celebra el 8 de diciembre la Inmaculada Concepción, es decir, la creencia de que la Virgen María fue concebida sin pecado. La idea salió de la boca de un aficionado que vio el partido en un bar de la ciudad y Cope lo emuló.