Al llegar la séptima jornada, muchos equipos han dejado atrás la etapa de evaluación inicial y ahora enfrentan compromisos clave para validar sus aspiraciones. Algunos vienen con descanso, otros tras una semana de ajustes, y varios cargan heridas físicas e inseguridades estratégicas. Las semanas de bye ya han tenido su efecto —recuperaciones, ajustes, revisión de esquemas—, y los cuerpos técnicos saben qué errores menores en esta etapa pueden tener impacto acumulativo rumbo a los playoffs.
Cada partido que vamos a analizar tiene una dimensión extra: para Minnesota jugar ante Philadelfia es retar a la defensa de un campeón reciente; para los Chargers es volver a reafirmar que su resurgimiento no fue casualidad y que una victoria ante estos poderosos Colts los vuelve a elevar a favoritos; para Washington visitando Dallas es disputar territorio hostil y medir si su explosión reciente es sostenible. Con eso en mente, empecemos esta previa.
Cuando los Minnesota Vikings y los Philadelphia Eagles se enfrenten en la semana 7, será una confrontación entre una defensiva reconocida y una ofensiva que viene desacertada. En este contexto se dibuja un partido de contrastes tácticos y de dudas razonables en cuanto a estado de forma actual.
Minnesota ha vivido una campaña con golpes y adaptaciones. Su plan original contemplaba que J.J. McCarthy estabilizara el puesto de quarterback, pero la lesión en su tobillo ha retrasado esa apuesta. En su lugar, Carson Wentz ha asumido la responsabilidad, completando pases con un buen porcentaje (alrededor de 69 % en semanas recientes) y aportando en momentos decisivos, como el pase de touchdown que les dio la victoria en Londres. Para este domingo, la vuelta de McCarthy parece más cercana, y más viendo los problemas en el hombro de Wentz. Si ninguno de los dos llegase al encuentro, debería jugar Max Brosmer, algo que restaría bastante las opciones de victoria al equipo de Minnesota.
En el lado de Filadelfia, la campaña arrancó con optimismo, pero las últimas dos semanas han dejado dudas. La ofensiva, que en teoría debía ser una fuerza dominante, con Jalen Hurts, Barkley y un cuerpo de receptores de alto perfil, ha producido apenas 17 puntos en sus dos derrotas consecutivas. Además, el play calling de Patulo, su coordinador ofensivo, ha dejado de ser dinámico e imprevisible, haciendo que la ofensiva se haya vuelto predecible, especialmente por la forma como utilizan a Hurts en shotgun, olvidándose de jugar debajo del center, lo que facilita a las defensas a anticiparse. Las penalizaciones, los errores de ejecución y los momentos de inercia negativa se han vuelto visibles.
Otro factor a tener en cuenta para los Eagles es la “mini-bye” que van a tener después de haber jugado el pasado jueves, lo cual le da una pequeña ventaja al equipo de Nick Siriani para reajustar. Pero ajustar estructuras ofensivas consolidadas no es una tarea menor, y si la defensa rival es incisiva, esa falta de balance será castigada.
Este encuentro puede definirse en pequeñas batallas estratégicas, como por ejemplo puede ser la presión sobre Hurts sin exponer gaps para que el quarterback corra. Minnesota tiene que generar presión limpia, desde el perímetro o con stunts internos, pero evitando dejar espacios intermedios. Si Hurts puede moverse, esquivar presión o improvisar, sacará ventaja. La defensa vikinga ha mostrado buen rendimiento en presión total (una de las más altas en tasa de presión efectiva), y eso obliga a las ofensivas rivales a trabajar rápido (los Vikings han conseguido una de las mejores eficacias de presión por dropback). Si no lo hacen, jugadores como Hargrave (vídeo de abajo) o Allen puede ser factores diferenciales por el interior.
Para evitar esto, Philadelphia necesita dominar el juego terrestre para abrir el juego de pase, y no al revés, porque ya hemos visto que eso no funciona. Si logran establecer la carrera con Barkley de forma efectiva, forzará a Minnesota a asignar más recursos al box runner, lo cual abriría rutas intermedias o rutas profundas, donde pueden encontrar desajustes en los cornerbacks. AJ Brown y DeVonta Smith, aunque no estén contentos con cómo se les está utilizando, pueden desnivelar el encuentro con alguna big play.
Por su parte, Kevin O’Connell deberá encontrar la manera de gestionar su juego de pase para aprovechar la gran debilidad defensiva de los Eagles. Tanto Keele Ringo como Adoree Jackson están sufriendo mucho en sus asignaciones, y se van a tener que ver las caras con dos jugadores de muy alto nivel. Jordan Addison, y sobre todo Justin Jefferson, pueden ser la clave para desnivelar el partido en este lado del campo. Si Vic Fangio no da con la tecla, todo su entramado defensivo sufrirá, algo que no le conviene a un equipo al que un marcador alto puede poner de nuevo contra las cuerdas.
Partido que ha adquirido una gran trascendencia para ambos equipos. Los Eagles comienzan a verse menos imbatibles que hace dos semanas y los Vikings ven como los Chicago Bears empiezan a ganar partidos y se unen a Lions y Packers en una división que promete ser durísima. La derrota dejará muy tocado al que la sufra.
Este enfrentamiento tiene mucho de laboratorio ofensivo contra esquema defensivo. Los Colts tienen uno de los ataques más vistosos y contundentes de toda la liga. Encabezado por una línea ofensiva que está jugando, ahora mismo, de la mejor manera posible, y con dos bazas importantes en el ataque: su quarterback y su running back.
Los Chargers, por su parte, han vivido una montaña rusa de expectativas. Justin Herbert sigue siendo la piedra angular del ataque. Su capacidad para extender jugadas, su talento para lanzar en profundo y su lectura del pocket le dan un techo elevado a un equipo que ha comenzado a sufrir con las lesiones. La línea ofensiva se ha caído completamente, así como su cuerpo de corredores. La aparición de Vidal la semana pasada le da algo de aire, pero no tengo claro que los actuales Miami Dolphins sean una buena vara de medir a nadie en estos momentos.
Defensivamente, Los Angeles ha sido un equipo sólido en yardas permitidas, pero su defensa contra la carrera está en torno a los promedios medios de la liga. Y esto es un problema contra los Colts.
Bajo la dirección de Shane Steichen, Indianápolis muestra una ofensiva con intenciones modernas. Aunque no poseen la explosividad aérea de otros equipos rivales, su ofensiva está construyendo consistencia, y su cuerpo de receptores tiene capacidad de generar ventajas cuando surgen mismatches. Por encima de todos está Jonathan Taylor, quien lleva el peso del ataque y abre espacios aéreos para que Daniel Jones busque la espalda de los linebackers. El mejor socio del quarterback, en este escenario, es su tight end rookie. Taylor Warren ha tenido un impacto descomunal en la franquicia y Steichen lo mueve por absolutamente toda la ofensiva para conseguir primeros downs o anotaciones.
En el vídeo de arriba podemos ver a Warren alineado en la parte derecha del ataque, junto a la línea ofensiva. Cuando se inicia el snap, el tight end hace la intención de quedarse a bloquear, lo que deja enganchado a su defensor. Cuando este quiere reaccionar, el tráfico de las demás rutas hacen imposible que llegue hasta Warren, quién se encuentra jugando una ruta cruzada con todo el espacio del mundo para llegar hasta la end zone.
En el otro lado del campo, y como decíamos antes, todo depende del talento extraordinario de su pasador. Además, Herbert se ha mostrado mucho más móvil este año (quizás obligado por los problemas de su línea ofensiva suplente en temas de protección de pase), así que puede extender jugadas y castigar defensas individuales si encuentra campo para jugar en scramble; pero si la línea ofensiva no lo protege y no se le provee un pocket limpio, terminará sufriendo, como hemos visto las últimas semanas. Lou Anamuro está consiguiendo que el frente defensivo de los Colts genere presión con esquemas muy imaginativos, dándole a DeForest Buckner situaciones favorables de uno contra uno. Ante el peligro de Buckner, y los dobles bloqueos que recibe, jugadores como Kwity Paye, Tyquan Lewis o Laiatu Latu pueden llegar hasta Herbert para frenar a la ofensiva de Chargers.
Hace un mes, muy pocos podían pensar que los Indianapolis Colts llegarían a este encuentro con la etiqueta de favoritos y ocupando el seed número uno de la AFC. Sin embargo, el nivel demostrado por el equipo de Steichen no deja lugar a dudas. Son un equipazo y están jugando como un favorito a todo. Otra victoria más, y frente a un rival duro como los Chargers, no haría otra cosa que engordar esa sensación. Al otro lado estará un rival herido, pero con el talento suficiente como para aguantar a que algún jugador lesionado vuelva y regrese ese optimismo de las dos primeras semanas del curso. Los Kansas City Chiefs parecen haber despertado y los Denver Broncos siguen ganando partidos, por lo que la necesidad de victoria de los de Jim Harbaugh comienza a ser obligatoria.
Visitar Dallas siempre es un reto para cualquier equipo, esté como esté el conjunto local. Si, además, eres un rival divisional, no puedes esperar una noche plácida. En esta semana 7, los Commanders buscarán demostrar que, a pesar de su derrota en casa con los Chicago Bears, es un equipo que quiere pelear por todo, mientras que los Cowboys querrán demostrar que pueden estar en ese grupo de conjuntos con opciones a wildcard. Este partido tiene todos los ingredientes para ser una batalla divisional que definirá mucho más que una victoria puntual.
Jayden Daniels ha retornado de la lesión con sensaciones encontradas. Vuelve a tener esa explosividad y capacidad de generar yardas fuera del pocket y sus lanzamientos siguen siendo muy buenos en los tres niveles, pero empieza a tener un problema con el cuidado del balón, algo que hizo realmente bien en su año rookie. Y algo que también podemos achacarle a su running back novato. Croskey-Merritt ha dejado un poso de running back peligroso en todas sus apariciones, pero los fumbles están castigando duramente a su equipo. Si los Commanders no dejan de perder el balón, su defensa se encontrará con posiciones de campo rivales difíciles de manejar. Una defensa, la de Washington, que es capaz de llegar al quarterback rival con relativa facilidad, algo que será esencial para frenar a un Dak Prescott que puede estar jugando el mejor football de su carrera sin su mejor wide receiver en el campo.
Por el lado de Dallas, su ofensiva es una máquina aceitada. Mientras que la defensa hace aguas, el ataque va manteniendo a los suyos en el partido balanceando bastante bien el juego de carrera con el de pase. La aparición de Javonte Williams y de George Pickens le dan una amenaza real en cada unidad del juego. El running back es capaz de generar buenos primeros downs para no tener que irse a terceros downs largos que puedan complicar la protección de pase con una línea que también ha sido golpeada por las lesiones. Y con George Pickens, los Cowboys han encontrado una súper estrella. El ex de los Steelers está siendo una amenaza profunda en el exterior como ya sabíamos, pero también está incluyendo a su juego situaciones rápidas al medio de la defensa y una capacidad tremenda para las yardas después de la recepción. Es decir, el paquete completo.
En la acción de arriba podemos ver todas las herramientas que trae Pickens a estos Cowboys. Es capaz de generar separación en el corte al interior, agarra un pase que no es nada sencillo y, para terminar, muestra un atleticismo descomunal para ganar yardas extras.
Si los Cowboys pueden frenar la carrera (que ha sido pilar ofensivo de Washington) forzarán a los Commanders a depender más del pase. Aquí, la falta de jugadores es un problema para los capitalinos. Es cierto que Deebo Samuel está a buen nivel, o que Lane parece empezar a ganar más confianza, pero la falta de Terry McLaurin se nota demasiado. Ante un rival frágil en defensa como estos Cowboys, puede ser el momento para Washington de recuperar confianza.
La semana 7 no decidirá campeones, pero sí revelará jerarquías. En Minnesota y Philadelphia se jugará la redefinición de identidades; en Los Angeles e Indianápolis, el pulso entre eficiencia y talento individual; en Dallas, el eterno conflicto entre la tradición y el hambre de los que llegan. Cada uno de estos partidos tiene capas tácticas profundas: presiones simuladas, control de tempo, balance entre carrera y pase, lectura del reloj interno de los quarterbacks. Es la NFL en su punto de madurez, cuando los equipos ya no viven de promesas, sino de ejecución. En este punto de la temporada, todo se convierte menos en un espectáculo y más en un examen de disciplina. Y en esa dimensión —la de los márgenes, los detalles, los ajustes— se decidirá quién sigue soñando con enero y quién empezará a mirar el draft en el mes de noviembre.