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Historias de futbol americano

Roman Harper, campeón del Super Bowl en 2009, leyenda defensiva de los New Orleans Saints y orgulloso egresado de la Universidad de Alabama, volvió a cobrar notoriedad recientemente luego de desmitificar a Auburn como el antagonista por definición de los Crimson Tide.

“Todo el mundo habla de Auburn, nuestra mayor rivalidad. Puede que sea cierto. No nos gusta Auburn, pero la palabra ‘odio’ surge cuando se habla de Tennessee. No nos gustan sus colores. No nos gusta cruzar la línea de Tennessee”, explicó Harper.

Algo muy similar sostuvo Reagan Starner, el propietario de R&R Cigars, cuando estableció que “todos odian a Auburn porque tienen que hacerlo, pero con Tennessee, los odiamos porque queremos hacerlo”.

Asumiendo que la opinión de Harper importa, ¿por qué tendría que ser relevante el testimonio de un empresario de la industria del tabaco? La rivalidad entre Alabama y Tennessee ha promovido, desde los tiempos del legendario Paul Bear Bryant, que el ganador celebre su victoria con un simbolismo de otro tiempo: fumar un puro o un cigarro.

En internet circula una famosa fotografía protagonizada por Derrick Henry, la hoy estrella de los Baltimore Ravens, posando con un puro en la boca junto a Nick Saban en 2015, tras lo que supuso en aquel momento el noveno triunfo en fila de Alabama frente a Tennessee —llegaron a encadenar 15—.

La tiranía impuesta por la gestión de Saban, de 2007 a 2023, provocó que los Volunteers, que seguían sacando el pecho por haber tenido a Peyton Manning en su programa, no opusieran mayor resistencia. De ahí se explica que hayan emergido los Tigers de Auburn, el rival estatal de los Crimson Tide, para erigirse como un villano más digno para el relato contemporáneo. Ayudó, desde luego, aquella temporada invicta de 2010, con un Cam Newton particularmente inspirado, que incluyó una remontada histórica como visitante en Alabama después de ir abajo 24-0. La gesta fue popularizada por los medios como “The Camback”.

Esto no significa que el Iron Bowl, el partido que se disputa año con año entre Auburn y Alabama en la semana de clásicos del futbol americano colegial, tenga una componente artificial. De hecho es una rivalidad encarnizada y añeja, que data de finales del siglo XIX, cuando la ciudad industrial de Birmingham rivalizaba con Pittsburgh por ser la meca de la fabricación de acero.

Lo cierto es que, por mucho que las dinámicas competitivas del siglo XXI hayan menguado el estatus de Tennessee, sigue habiendo motivos para pensar que los Volunteers son el verdadero enemigo a vencer para Alabama.

En una de las múltiples apariciones en público que ha hecho tras su retiro, Saban habló sobre la importancia que tuvieron Paul Bear Bryant, como entrenador de Alabama, y el general Robert Leyland, como entrenador de Tennessee, para acentuar la animadversión: “La razón fue que el entrenador Bear Bryant y el general Neyland tuvieron tanto éxito que siempre fue un buen partido a finales de los años 50 y 60, y se convirtió en algo importante. Luego el trainer empezó a fumar cigarros desnudo cuando ganaron el partido en 1961, así que fumar puros se convirtió en una tradición. Creo que una de las rivalidades más subestimadas, la gente no se da cuenta de lo mucho que significa internamente”.

El trainer al que hace alusión Saban es Jim Goostree, parte del staff de Bear Bryant. Goostree es la razón por la que las tabaquerías de Tuscaloosa, el corazón del estado de Alabama, y Knoxville, la primera capital histórica de Tennessee, venden tantos puros el tercer sábado de octubre, la época en la que se enfrentan Alabama y Tennessee en la temporada colegial –este año Alabama volvió a ganar después de una amenaza de rebelión de Tennessee con dos victorias en los últimos tres años—.

Esto no pretende restarle épica al Alabama-Auburn del fin de semana de rivalry games en la NCAA, sino reivindicar uno de los clásicos “más subestimados” —como dice Nick Saban— del deporte estadounidense.