La NFL va poniendo las cosas en su sitio y ya comenzamos a ver qué equipos van a pelear por estar arriba y cuáles tendrán que penar en la zona baja. Es cierto que hay un buen puñado de excepciones que todavía pueden ir en ambas direcciones, pero sí tenemos una cuantas certezas que se refuerzan tras la Semana 5 de competición.
Los 49ers son una máquina imparable
En este momento no puede decirse que exista un equipo mejor y más completo que los San Francisco 49ers. Son diferenciales en todas las fases del juego y lo que más impresiona es la enorme cantidad de recursos de los que disponen tanto en ataque como en defensa. Si miras los números de los dos jugadores que más estaban destacando por tierra y por aire, compruebas que Christian McCaffrey se quedó en 51 yardas terrestres y Brandon Aiyuk en 58 yardas aéreas, esto te puede hacer pensar que la defensa de Cowboys hizo un buen trabajo limitando los principales recursos de los 49ers. Pero nada más lejos de la realidad, porque la cantidad de recursos de los que disponen Kyle Shanahan es inagotable y las maneras de ponerlos a funcionar, más efectivas que nunca. Mason corrió más que CMC y Kittle y Juszczyk, que habitualmente se encargan del trabajo sucio, pusieron entre ambos cuatro touchdowns en el marcador.
Cuatro touchdowns que llegaron de las manos de un Brock Purdy que cada partido que pasa demuestra de manera más vehemente que es el quarterback adecuado para este equipo. En este partido Purdy se convierte en el cuarto QB en los últimos 30 años en conseguir 4 TDs de pase y ninguna intercepción ante la defensa más anotadora de la NFL; los anteriores fueron Drew Bress en 2013, Tom Brady en 2007 y Steve McNair en 1999. No es mala compañía. Pero es que lo de Purdy ya comienza a ser muy llamativo. Siempre se dice que el ataque de Shanahan se lo pone muy fácil a su QB, en este caso vamos a tener que asegurar también que Purdy facilita mucho las cosas a ese ataque; toma constantemente las decisiones correctas, abre un mundo de posibilidades que con Garoppolo estaba restringido –tanto el los pases fuera de los números como en profundo– y comanda una ofensiva llena de talento que él potencia sin ningún género de dudas.
Pero es que la paliza a Dallas no fue solo por el buen hacer del ataque. La defensa rayó a nivel que demuestra que este equipo está preparado para grandes cosas. Y volvemos al asunto de la coralidad. Nick Bosa firmó hace pocas semanas una extensión de contrato multimillonaria que habla de su impacto en el campo, pero en este caso los focos se los tiene que llevar un Fred Warner que controló el partido en todo momento. Si la manera que Dallas tiene de atacar podía, o al menos debería, hacer daño en la zona underneath y tratar de mover el balón calma aprovechando que San Francisco te niega las big plays pero puede ser más vulnerable en esas primeras yardas frente al Quarterback, Fred Warner y Drew Greenlaw se encargaron de eliminar por completo esa posibilidad. Ni por medio de carrera ni con el juego de pase corto y de posesión. La pareja de Linebackers de los 49ers estaba en todas partes arrancando de cuajo cualquier opción de ganancia extra que pudiera ocurrir delante de sus ojos.
Eso obligó a Prescott a empujar el balón en profundidad y ocurrió el desastre. Merece una mención especial el tratamiento que defensa de San Francisco dio a CeeDee Lamb. Con Pollard absolutamente controlado por los LBs, Lamb era el otro arma principal que erradicar y con un sistema de ayudas y dos contra uno bien orquestado y un Isaiah Oliver pegado al WR como una lapa, el resultado fue espectacular. Y aquí llega otra de las principales diferencias entre estos dos equipos: Si limitas los dos principales argumentos ofensivos de Dallas, los Cowboys se quedan sin ideas y se nota la falta de recursos; si haces lo mismo con los 49ers, estos te matan de otras muchas maneras diferentes. Ahí está la clave de por qué San Francisco es el principal aspirante al anillo en este momento y los Cowboys naufragan en un mar de grandes expectativas que nunca terminan de cumplirse.
Qué bien le sienta Londres a los Jaguars
Hace dos semanas Jacksonville se trasladaba a Londres envuelto en una enorme cantidad de incógnitas sobre su juego y su rendimiento. Dos semanas después, vuelven como líderes de división y con dos convincentes triunfos ante Falcons y Bills. Está claro que Londres les sienta muy bien. En esta ocasión, la semana extra de aclimatación seguro que tuvo parte de la culpa, a los Jags se les vio muy cómodos desde el principio mientras a Buffalo le costó muchísimo entrar en el partido –y lo que es peor, acumuló lesiones de enjundia, especialmente la del que estaba siendo uno de los mejores LBs de la NFL, un Matt Milano al que por desgracia nos vamos a perder lo que queda temporada–. En cualquier caso, los Bills no pudieron mostrar todos los signos positivos que venían ofreciendo las últimas semanas y eso es en gran medida porque la defensa de los Jaguars rindió a un nivel espectacular. Para empezar, eliminaron el juego de carreras de Buffalo, cortándoles por completo el ritmo y obligando salirse del guión. Josh Allen tuvo que disparar más de lo que últimamente está acostumbrado y la figura de Darious Williams apareció una y otra vez en jugadas clave. Lo cierto es que tanto Stephon Diggs como Gabe Davis pasaron de las 100 yardas de recepción y ambos anotaron touchdowns, miras los números de Josh Allen y no están nada mal, pero la diferencia aquí la marcó que los Jags obligaron a los Bills a jugar a lo que no quieren y provocaron errores.
Y aquí es donde aparecen las tres principales figuras del partido, con la defensa de Jacksonville cambiando el paso a los Bills, el ataque de los Jaguars tomó el control. ¿Cómo? con un excelente Trevor Lawrence en tercer down. Cuando llegó el momento de la verdad, en cada tercer down el QB de los Jags tomaba la decisión correcta: 9 de 10 pases completados para 114 yardas y un TD fueron los números en tercer down de un Lawrence que demuestra una vez más una tremenda sangre fría en situaciones de necesidad. Junto a él, un Calvin Ridley renacido, que acumulaba apenas 110 yardas de recepción en los últimos tres partidos pero en este se fue a las 122 en siete recepciones, logrando su mejor marca desde el año 2020, cuando jugaba en Atlanta. El tercero, pero quizá el que jugó el mejor partido de todos fue Travis Ettiene, que sacó a relucir su mejor versión; 26 carreras para 146 yardas y 2 touchdowns, a las que añadió 48 yardas de recepción en un partido magnífico en el que hizo daño a los Bills de todas las maneras posibles.
L*a luz al final del túnel para los Bengals*
Cuando parecía que la temporada se podía complicar muy rápido para los Bengals, el partido que juegan en Arizona da, por fin, argumentos para pensar que se puede salir del túnel que ha supuesto el primer mes de competición. Burrow demostró estar mucho mejor físicamente, con una movilidad mucho mayor al que le habíamos visto durante el mes de septiembre y capaz moverse dentro y fuera del pocket. ¿Resultado de eso? Ja'Marr Chase se fue a las 15 recepciones para 192 yardas y 3 TD. Tras el partido, el WR publicaba en sus redes sociales una fotografía de un Seven Eleven para dejar claro que, como sucede con esos establecimientos, él siempre está abierto. En cuanto Burrow estuvo en condiciones de aprovecharlo, su ataque lo notó y se benefició de manera evidente. Victoria clara y convincente que enseña la luz al final del túnel.
P*hiladelphia sigue invicto*
Este año no lo hacen con la suficiencia de la temporada pasada, pero por segunda vez consecutiva los Eagles arrancan la temporada 5-0. Lo hicieron ganando en Los Ángeles a unos Rams que se beneficiaron de la vuelta de Cooper Kupp y ofrecieron mucha batalla, pero el conjunto entrenado por Nick Sirianni sabe como sacar partidos adelante. De hecho, junto a la victoria en Tampa, esta ha sido la versión más convincente de los Eagles, con el Jalen Hurts más acertado en el pase y volviendo a generar fuera del pocket –algo se estaba echando un poco de menos–. AJ Brown lleva dos partidos mostrando su versión más imponente y Goedert vuelve a tener un papel relevante –algo que se había echado en falta en el arranque de temporada–. La defensa sufrió en el centro con Kupp y Nakua pero a la hora de la verdad marcaron las diferencias. Lo cierto es que los Eagles van tomándole el pulso a la temporada sin dejarse una sola derrota y demuestran una solidez y madurez envidiables, que quizá no son tan asombrosas como la suficiencia con la que ganaban la pasada temporada pero que les permiten seguir siendo una de los principales candidatos a ganarlo todo.
E*l fin de una era en New England*
En Foxboro se vivió una de las jornadas deportivas más tristes de las últimas dos décadas, probablemente la más embarazosa para el equipo cuando su afición abandonaba las gradas entre el descanso y el tercer cuarto al ver que no había ni un solo motivo al que aferrarse para pensar que los Patriots podrían darle la vuelta a la paliza que a la postre le infligieron los Saints. Ese 34-0 supone la mayor derrota como local de la carrera de Bill Belichick como entrenador –no solo de los Patriots– y solo es superada como la peor de su carrera por la recibida la pasada semana en Dallas. Dos palizas consecutivas que desgraciadamente suponen la escenificación del final de una era, porque estos Patriots ya ni siquiera son mediocres, son un equipo realmente malo. Las últimas temporada New England se había mantenido en un limbo en el que no tocaba fondo ni terminaba de ser realmente competitivo, pero lo que está pasando esta temporada y concretamente en las últimas semanas es un aviso muy doloroso de que hacen falta cambios. El ataque es incluso peor numéricamente hablando que el de la temporada pasada con Patricia a los mandos –que ya es decir– y Mac Jones muestra su peor cara y una regresión en su juego que invita a no ser optimista de cara al futuro. Hacen falta cambios.