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Brady rompe la maldición y otras lecciones tácticas de la semana 2

CUANTOS MÁS PLAYMAKERS, MEJOR

La contratación de Mike McDaniel por los Miami Dolphins traía implícita una mejora del sistema ofensivo que había estado presente en los años de Brian Flores. Con McDaniel llegaba un soplo de aire fresco en el que se intentaba resaltar todas las virtudes de Tua Tagovailoa. Para ello, también se intercambiaron rondas altas de draft por Tyreek Hill, quien venía para estirar el campo verticalmente y así abrir más espacio a un Jaylen Waddle que, en su año rookie, había dado muestras de poseer un talento descomunal. No hemos tenido que esperar mucho para ver de lo que es capaz la unidad ofensiva de estos nuevos Dolphins. 

El equipo visitante arrancó el último cuarto con posesión de balón, pero con una desventaja muy clara en el marcador. Los Ravens acababan de conseguir su quinto touchdown de la noche y colocaban un 35-14 que parecía sentenciar el encuentro. Durante la tarde, los Ravens habían estado situando dos jugadores sobre Hill en la mayoría de sus rutas profundas y habían dejado algo más libre a un Waddle que, con sus rutas cruzadas a la espalda de los linebackers, había aprovechado ese espacio. Sin embargo, la defensa de Ravens cambió en ese último cuarto. A la ya sabida agresividad que acompaña a esa defensa en su intención de presionar al quarterback rival con el blitz, se le unió la idea de que el safety empezase a saltar sobre esas crossing routes de Waddle y permitir el uno contra uno de los cornerbacks con Tyreek Hill en el exterior. En un abrir y cerrar de ojos, Tagovailoa conectó dos pases con Hill, uno de 48 yardas y otro de 60, para empatar el encuentro a 35. La velocidad y aceleración de Hill, y su route running, le habían generado una separación enorme para que Tua lo buscase en profundo. La falta de ese safety en la retaguardia de la defensa fue un tiro en el pie. Un error que volvió a repetirse cuando a falta de 20 segundos para acabar el encuentro, y con los Dolphins de nuevo buscando la remontada, Tua encontró a Waddle en la end zone para llevarse el partido. Una vez más, una defensa individual sin safeties profundos fue aprovechada por uno de los dos playmakers que McDaniel posee en su ataque. 

Sin duda, el partido de ayer en Baltimore tiene que poner en preaviso a los futuros rivales de los Dolphins. Hill y Waddle son dos complementos perfectos para un quarterback que cada día que pasa se encuentra más cómodo dentro de su nuevo esquema ofensivo. Hill y Waddle marcan diferencias en el juego vertical, pero también en el horizontal. Mucho cuidado con ellos.

LA ÚLTIMA BALA DE FLACCO

La segunda gran remontada de la tarde/noche del pasado domingo llegó de la mano de los New York Jets y de su quarterback suplente Joe Flacco. Flacco parece haber vivido sus mejores días como jugador de la NFL, pero aún le queda algo de ese MVP del Super Bowl XLVII que consiguió en la temporada 2013. Sobre todo, el no tener miedo a nada, algo que la mayoría de las veces sale mal, pero que ayer terminó en éxtasis para la parroquia Jets. Y es que, el cuerpo de wide receivers de la franquicia neoyorquina, tiene mucho talento, como es el caso de su rookie Garrett Wilson.

A falta de 1:55 para terminar el partido, los Jets se encontraban en su yarda 25 con dos anotaciones de desventaja. Tras un primer down completado de nueve yardas, Flacco afrontaba un 2nd&1 con la defensa de Browns mostrando dos safeties en la zona profunda, refugiándose de cualquier Lbig play que pudiese llegar. Sin embargo, Denzel Ward abandonó su zona en la Cover-4 de los Browns y el espacio generado a su espalda fue aprovechado por Corey Davis para recibir el pase de Flacco y acortar diferencias en el marcador. Aún con todo esto, el partido seguía estando en manos de los Browns…hasta que no supieron agarrar el balón en el posterior onside kick del equipo visitante. Joe Flacco tenía una última oportunidad.

La defensiva local seguía parapetada en su zona con dos safeties profundos mientras Flacco iba avanzando yardas mediante pases cortos al exterior para ir parando el reloj. Tras una serie de completos, los Jets comenzaron un último set de downs desde la yarda 15 de los Browns. Dos incompletos más tarde, los Jets formaron con dos receptores a cada lado de la línea ofensiva, con Garrett Wilson abierto en el lado derecho del ataque. Los Browns volvieron a jugar defensa con dos safeties profundos, pero ahora con la intención de que fuese Cover-2 y así protegerse también de los pases al exterior. Wilson atacó el medio de esos dos safeties, una de las zonas débiles de la Cover-2 y Flacco puso un fantástico balón para que el rookie atravesara la end zone y se llevaran un partido que parecía imposible apenas dos minutos antes. A la espera de que vuelva Zach Wilson, los Jets consiguen su primera victoria de la temporada. Una victoria que, a falta de 1:55, ni el más optimista de sus seguidores esperaba.

BRADY ROMPE SU MALDICIÓN

Durante tres cuartos, el duelo divisional más importante de esta semana 2, parecía ser un concurso de cuál de los ataques estaba jugando peor. Las bajas de Godwin y Julio Jones en el equipo de Brady, dejaban a Mike Evans como única amenaza real en el juego de pase. Sin embargo, la línea defensiva de Saints, con Cameron Jordan a la cabeza, y su agobiante secundaria, hacían casi imposible que el legendario quarterback cogiese ritmo en ataque. En cada drop, mal pase o golpe recibido en el pocket, se veía a un Brady enfadado con sus compañeros, con los árbitros y hasta con el mundo entero. Lo que no sabía Brady era que, su mejor aliado iba a ser alguien que no esperaba. O quizás sí.

Jameis Winston llegaba al encuentro con molestias físicas. Era evidente, nada más echar a andar el partido, que su estado físico no era el ideal y que no se encontraba nada cómodo lanzando el balón. Por su parte, Lavonte David y Devin White demostraron que son la mejor pareja de linebackers que Todd Bowles podría tener. Eran una constante amenaza en la línea de scrimmage. Una vez era White el que entraba en blitz mientras que David caía en cobertura. A la siguiente, ambos cambiaban papeles. Después, los dos amenazan con presionar el quarterback para terminar cayendo en cobertura y que fuese un defensive back quien encontrase la línea de rush clara para golpear, o al menos sacar de su spot de pase, a Winston. Durante tres cuartos, los errores y las pérdidas de balón se sucedían en ambos lados. Sin embargo, los más graves llegarían de la mano del quarterback local.

Chris Olave había estado demostrando, durante todo el partido, la capacidad para ganar la espalda de sus rivales y permitir a su equipo una big play. El problema llegaba con los lanzamientos, los cuales, en su mayoría, eran muy poco precisos. Hasta en tres ocasiones pudimos ver a Olave encarar la end zone esperando que el balón le cayese en las manos para completar la jugada, y en ninguna de las tres ocurrió algo así. De hecho, en la tercera ocasión, nada más empezar el último cuarto, Winston puso el balón demasiado atrasado y permitió a Jamel Dean llegar a tiempo para agarrar el ovoide en su end zone y provocar la primera intercepción de la noche. Cuando a Tom Brady le das tantas oportunidades, al final lo acabas pagando. En el siguiente drive, y desde la yarda 28 de los Saints, Brady tuvo tiempo en el pocket para leer la defensa individual de Saints y poner un excelente balón a Perriman que hizo subir el primer touchdown de la noche al marcador. El 10-3 fue una ventaja insalvable para los Saints, ya que las prisas y la necesidad de arriesgar más llevó a Winston a sacar su peor cara, esa que nos habla de un jugador errático y con una toma de decisiones muy mala. Otras dos intercepciones más llegaron en las postrimerías del partido para certificar la primera victoria, en liga regular, de Tom Brady contra los Saints desde que viste los colores de Tampa.

EL PEQUEÑO GRAN MURRAY

La última gran remontada de la jornada se produjo en el segundo turno de partidos del domingo. Los Cardinals llegaban a Las Vegas con muy malas sensaciones después de ser barridos por los Chiefs en la primera semana de competición. Y estas sensaciones se refrendaron con una primera mitad malísima. Ni el ataque, ni la defensa ni los equipos especiales daban síntomas de mejoría respecto a la jornada anterior. De hecho, parecía lo contrario. En esos dos primeros cuartos se vio a un equipo a la deriva, aunque todo cambió al regresar de los vestuarios.

A partir del tercer cuarto, se volvió a ver ese ataque eléctrico que vimos al inicio de la temporada pasada. Murray tenía mejor presencia en el pocket, encontraba receptores abiertos en el medio de la defensa y era capaz de poner muy rápido el balón en las manos de Dortch o Ertz para que estos consiguieran yardas después de la recepción. Además, se le empezaba a ver mucho más explosivo cuando él acarreaba el ovoide. Así, con una receta mucho más reconocible, Arizona fue subiendo puntos al marcador mientras los Raiders jugaban a no cometer errores y dejar que pasase el tiempo. En un último cuarto frenético, Murray se echó el equipo a las espaldas y consiguió empatar el encuentro con una anotación en scramble tras jugada rota y con un excepcional pase a AJ Green en la conversión de dos puntos siguiente. El propio Murray fue quien, mientras navegaba en el pocket buscando algún receptor abierto, avisó a Green para que volviese hacia el interior en su ruta y así poder mandarle el lanzamiento a la zona desocupada de la defensa.

En la prórroga, Murray volvió a liderar otro drive fantástico, pero echado a perder por un drop clamoroso de Marquise Brown. Aún así, el equipo había dado la vuelta al partido y se veía capaz de frenar al ataque de Raiders una vez más. La tragedia para el equipo local estuvo rondando hasta en dos ocasiones con un fumble de Renfrow y un pase muy interceptable de Carr que se le cayó de las manos al defensor. En la tercera oportunidad que tuvieron para recuperar el balón, Byron Murphy no perdonó y recuperó otro fumble más de Renfrow para llevarlo hasta la end zone y finiquitar una victoria más que merecida.

SI HAY QUE CORRER, SE CORRE

No parece que el ataque de los Packers vaya a mejorar de la noche a la mañana. Viendo el segundo partido de la temporada, es palpable la falta de química entre Rodgers y sus nuevos receptores. Además, la vuelta de Elgton Jenkins tampoco hizo que la línea ofensiva jugase a un mejor nivel. Los problemas en la protección de pase volvieron a ser más que evidentes. Lo que sí parece estar engrasado es el juego terrestre, y a eso va a ser a lo que se van a tener que agarrar en este primer mes de competición si quieren seguir sumando victorias.

Aaron Jones corrió para 132 yardas y un touchdown, mientras que AJ Dillon lo hizo para otras 61 yardas. Si sumamos las otras 10 yardas que consiguió Rodgers en cinco carreras, el equipo quesero se fue a más de 200 yardas en el juego terrestre, algo que te acerca mucho al triunfo en casi cualquier partido. Lo mejor de ese ataque por tierra sigue siendo las carreras zonales por el exterior. Ahí, en las outside zones, Aaron Jones y los Packers encontraron oro. Lazard, Watkins o Marcedes Lewis eran capaces de abrir el exterior con sus bloqueos, y los linieros ofensivos se movían muy rápido, lateralmente, para ir bloqueando a los jugadores de la línea defensiva y a los linebackers que llegaban como apoyo contra la carrera desde el interior. Con ese edge abierto, Jones era capaz de evitar los tackles por parte de los safeties y tener ganancias de 8, 9 o 10 yardas por acarreo. Además, las formaciones con dos running backs, le dan mucha versatilidad a la ofensiva. Se puede ver a Jones moverse antes del snap para generar ventajas, para confundir a la defensa y para mover el balón por tierra o en situaciones rápidas de pase en tercer down. 

Green Bay tuvo el duelo bajo control durante la mayor parte del tiempo. Los Bears no fueron un rival tan peligroso como lo habían sido los Vikings la semana anterior, pero las dudas con el juego aéreo no terminaron de disiparse. La jornada tres trae una prueba durísima para ese ataque de la mano de la defensa de Buccaneers, así que le queda mucho trabajo por delante a Matt Lefleur y su séquito.