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La eterna batalla entre ataque y defensa

Iniciamos con este artículo una serie que se desarrollará a lo largo de la “offseason” y que versará sobre algunos aspectos tácticos que marcaron la pasada temporada de la NFL. No sólo echaré la vista atrás en estos textos, en ocasiones elaboraré sobre elementos estratégicos en función de los movimientos que tengamos en la agencia libre y el fin de semana del draft que se celebrará a finales de abril. El objetivo es llegar a septiembre bien preparados a nivel táctico para disfrutar de una temporada más de nuestro deporte favorito. Empecemos pues.

Esta primera fecha quiero dedicarla al plano defensivo, en particular a las coberturas, que están sufriendo un paulatino proceso de transformación en los últimos años. Hace una década ya, en 2013, los Seattle Seahawks conquistaron el primer campeonato de su historia utilizando una defensa Cover-3 en la que Earl Thomas solía quedarse en el tercio profundo central de campo y Kam Chancellor patrullar la zona media para añadirse como hombre extra contra la carrera y sobre todo cortar líneas de pase rápido en el primer y segundo nivel. Los lanzamientos cortos, precisos y con timing, habían tomado la liga. Peyton Manning y Tom Brady fueron los dos mayores exponentes de ello. Como se vio en el Super Bowl XLVIII, la defensa de Seattle era superior tácticamente y prácticamente anuló al que fue el MVP de la regular season aquel año.

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Como siempre ha pasado a lo largo de la historia de la liga, cuando una estrategia tiene éxito rápidamente la maquinaria pensante de los equipos de entrenadores se pone a buscar el modo de contrarrestarla. Paulatinamente los ataques empezaron a golpear los huecos que dejaba esa defensa, especialmente en las zonas "seam", y a poner en conflicto a los linebackers interiores y al free safety. Carolina Panthers, por partida doble en 2015, se encargó de demostrar que esa Cover-3 era batible.

El siguiente equipo en crear un nuevo patrón defensivo fueron los New England Patriots, quienes mantuvieron el plan de un único safety profundo, pero utilizando en su caso coberturas mayoritariamente individuales, ya fueran con esquemas tradicionales o bien realizando "match making", es decir, emparejamientos al hombre en función de la zona de paso. Más y más equipos fueron empleando estas defensas hasta que aparecieron los Kansas City Chiefs de Patrick Mahomes.

Con un receptor tan móvil y rápido como Tyreek Hill, un tight end como Travis Kelce que podía alinearse abierto en solitario en un lado de la formación, y sobre todo un quarterback con la capacidad de enviar la pelota a cualquier parte del campo con una soltura inusitada, muchos rivales empezaron a cambiar de estrategia. La nueva corriente partía de la idea de alinearse principalmente con dos safeties profundos, pudiendo caer o no uno de ellos a la caja en función de la jugada, y Vic Fangio fue su principal propulsor. Si bien nunca pudo derrotar a Mahomes y los Chiefs, siempre logró que el impacto del quarterback fuera reducido en los partidos.

Uno de los discípulos de Fangio, Brandon Staley, llevó la táctica al extremo en 2020 como coordinador defensivo de Los Angeles Rams. En primer y segundo down se alinearon en el 89% de sus jugadas con dos safeties profundos al momento del snap. Los Broncos de Fangio terminaron en segundo lugar en esa estadística. Como contraste, los Seattle Seahawks de 2015, en el esplendor de su defensa "Legion of Boom", apenas formaron con dos safeties profundos en downs tempranos en el 25% de los snaps.

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Tomando datos de ESPN vemos claramente como la tendencia ha sido la de unirse al barco de los dos safeties profundos:

Table inside Article
Temporada Single High Two-High
2016 56,2% 25,1%
2017 61,5% 23,1%
2018 61,3% 24,3%
2019 59,2% 26,6%
2020 57,7% 28,4%
2021 54,2% 32,7%
2022 52,7% 34,2%

Los ataques sufrieron para adaptarse a estas nuevas tendencias y la anotación se vio reducida a niveles de una década atrás. Los quarterbacks están lanzando cada vez con menos profundidad ante unas defensas que se están sobreprotegiendo ante el pase profundo. En contraprestación, los ataques lograron en 2022 alcanzar niveles históricos en su producción en el juego terrestre. Hasta once equipos lograron promediar 4.7 yardas o más por carrera: Bears, Ravens, Bills, Falcons, Giants, Raiders, Seahawks, Browns, 49ers, Jaguars y Chiefs. En 2014, para comparar, solo llegaron a esas 4.7 yardas por intento dos equipos, los Seahawks y los Dolphins.

Kansas City ha sufrido en sus carnes estos ajustes defensivos durante los últimos años. De 2018 a 2021 los rivales alinearon sus safeties con la mayor profundidad desde la línea de scrimmage (13.6 yardas) respecto a cualquier oponente de la NFL. Eso provocó que Andy Reid y Patrick Mahomes tuvieran que pasar por un período de transición que mostró su suelo durante la primera mitad de la campaña de 2021. Avanzando a 2022, el doble MVP de la liga solo lanzó un pase profundo para touchdown en toda la temporada, un claro contraste respecto a los 47 que sumó las cuatro temporadas anteriores.

Sin embargo, los Chiefs ya estaban mucho mejor preparados para estas defensas, no en vano nadie ha jugado más con split-safeties que los Chiefs en los últimos cinco años, un 57.0% de sus snaps defensivos de pase. La réplica contra esta tendencia actual ha sido la de utilizar un personal mucho más pesado, con dos y tres tight ends en el campo. Kansas City anotó 37 touchdowns la pasada temporada con dos o más tight ends en el campo, incluidos siete en playoffs, ambas marcas las mayores de la liga. Durante toda la campaña, los Chiefs se alinearon con 2+ TE en el campo en el 41.3% de sus snaps, respecto al 27.7% de la temporada 2021.

Observad en esta jugada del Super Bowl LVII cómo los Chiefs atacan con su concepto de rutas un alineamiento de Philadelphia con dos safeties profundos. El play-action y las rutas que corren los dos tight ends ponen en conflicto al linebacker central y aprovechan el hueco que queda entre éste y sus dos compañeros de la zona profunda. Con la proliferación de estas defensas que previenen el lanzamiento profundo, los entrenadores van a buscar cada vez más atacar estas zonas.

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Es evidente que la batalla está servida. Las defensas no quieren encajar big-plays y los ataques no quieren renunciar a mover el balón a través del juego aéreo, especialmente durante las primeras mitades de los partidos. La estadística avanzada sigue favoreciendo esa estrategia sobre iniciar los choques más con el juego terrestre. Los Philadelphia Eagles fueron un claro ejemplo de esto que comentamos, siendo un equipo lanzador antes del descanso para convertirse en corredor a la vuelta de los vestuarios. Eso está provocando que los coordinadores ofensivos y los quarterbacks tengan que ser más creativos y pacientes respectivamente en su juego. Cada vez es más difícil ver drives de tres o cuatro jugadas con acciones muy explosivas. La pasada temporada solo cinco jugadores en toda la liga atraparon 50+ pases promediando al mismo tiempo un mínimo de 15.0 yardas por recepción. Fueron Jaylen Waddle, A.J. Brown, Terry McLaurin, George Pickens y Davante Adams. De nuevo, si retrocedemos a la campaña de 2014, en pleno auge de las defensas single-high, hasta catorce receptores combinaron esas dos estadísticas.

Los Cincinnati Bengals son el otro claro ejemplo de equipo que ha tenido que aprender a lidiar contra estas defensas. En 2021, Joe Burrow promedió 8.9 yardas por lanzamiento, mientras que Ja´Marr produjo 18.0 yardas por cada una de sus 81 recepciones. Avanzando a 2022, Burrow vio reducida su marca de yardas por envío a 7.4, al tiempo que la de Chase disminuía dramáticamente hasta las 12.0 yardas por captura. Burrow, igual que Mahomes un año antes, pasó por su dura etapa de transición al inicio de liga hasta que poco a poco encontró su ritmo involucrando más a los corredores y tight ends en el juego aéreo. El tándem Joe Mixon – Samaje Perine pasó de combinarse para 69 recepciones en 2021, a hacerlo en un total de 98 la temporada pasada. Es la misma filosofía que emplearon los Chiefs, involucrar más a todos los miembros de la ofensiva en lugar de depender de los fogonazos de tu mejor o dos mejores jugadores.

Esta es la situación actual en la que nos encontramos. Pueden estar seguros que las franquicias son muy conscientes de todos estos cambios y que van a planificar su off-season buscando las formas de hincar el diente a estas nuevas defensas. Para el draft, una de las posiciones más ricas de talento parece ser la de tight end, algo que encaja muy bien en todo lo que estamos hablando. Veremos si en 2023 los ejemplos de Mahomes y Burrow se van extendiendo por toda la NFL o bien quedan como casos aislados por su gran talento y se mantiene el paradigma defensivo actual. Lo que está claro es que la batalla entre ataque y defensa a nivel táctico se mantendrá apasionante.