Siempre nos cuesta despedirnos de lo que mĂĄs amamos. Esa persona que nos marcĂł; la casa de mamĂĄ y papĂĄ, o de un lugar que me hace feliz. Dejar marchar nos hace evolucionar como persona y como profesional. Sin embargo, cuando rehuso de ello y me aferro a aquello que me genera una supuesta felicidad, termino hiriendo mĂĄs. A mĂ y a los mĂos.
En esta tesitura se encuentra Aaron Rodgers. No es el personaje indicado para hablar de sustancias o adicciones, pero su mayor droga tiene tres siglas: NFL. Esa que lleva tanto tiempo consumiendo y de la que, quizĂĄs, toca desintoxicarse.
A sus 41 años y tras una hecatombe por temporada al mando de los New York Jets, el futuro de uno de los quarterbacks mĂĄs legendarios en la historia del ovoide es toda una incertidumbre. "Necesito averiguar si todavĂa tengo ganas de jugar o no, si puedo recuperar el amor por el juego", afirmĂł tras cerrar el año con una simbĂłlica victoria sobre los Dolphins. SintiĂ©ndolo mucho, ya no quedan mĂĄs retiros oscuros en la montaña.
Tras 18 temporadas comandando el Lambeau Field dijo adiĂłs a los Green Bay Packers. AllĂ se curtiĂł como uno de los mejores de este deporte. SuperBowl -siendo el MVP - y cuatro premios como el jugador mĂĄs valioso de la temporada en su haber, dejan un currĂculum a la altura de los mĂĄs grandes. Tratando de emular la gesta de Joe Namath, aterrizĂł en una franquicia que no saborea la gloria desde la tercera ediciĂłn del Gran Baile.

Lo que comenzĂł siendo un reto deportivo mayĂșsculo se ha convertido en una relaciĂłn abocada al fracaso. De esas donde crees que "aĂșn hay tiempo para salvarla" cuando el contador lleva a cero desde que empezĂł. Nunca fue Robert Saleh, tampoco Davante Adams. Tan solo habĂa que replantearse si ese era tu lugar, Aaron.
Ante Miami se convirtiĂł en uno de los cinco quarterbacks en la historia en superar los 500 pases de anotaciĂłn. Solo Tom Brady, Drew Brees, Peyton Manning y Brett Favre lo superan. Sin embargo, esto no va de nĂșmeros, va de ganar y seguir ganando. Algo que su franquicia no ha podido hacer. Con el 5-12 de historial, los New York Jets quedaron fuera de la postemporada. Otra vez. Son el equipo que mĂĄs tiempo llevan sin pisar los Playoffs en los cuatro principales deportes de Estados Unidos.
Pese a venir de una lesiĂłn tan grave como la del tendĂłn de Aquiles, Ă©l mismo asegura que su cuerpo estĂĄ en buena forma. Sin embargo, no se puede ignorar el desgaste de 19 temporadas en una liga tan fĂsica como la NFL. "Me siento bien a los 41 años, pero necesito tiempo para tomar esta decisiĂłn", añadiĂł. MĂĄs allĂĄ de los rumores sobre su relaciĂłn con quienes mandan en la oficina, un retiro tardĂo complicarĂa los planes de la franquicia para buscar un quarterback y reforzar la plantilla. Por eso, asegurĂł que no prolongarĂĄ innecesariamente su proceso de reflexiĂłn: "No voy a retrasar a nadie. HablarĂ© con el equipo y tomaremos una decisiĂłn antes de que sea demasiado tarde".

Rodgers ya lo ha ganado todo. Es un futuro miembro del SalĂłn de la Fama, un jugador que redefiniĂł el estĂĄndar por excelencia en su posiciĂłn: visiĂłn, mentalidad y capacidad innata para liderar. Y como en cualquier relaciĂłn, la incertidumbre mata. Duele. No hablamos de verlo perder. En el deporte son mĂĄs las veces que se vive en el infierno que las que se disfruta el paraĂso. Hace daño aferrarse a un clavo ardiendo. Ese donde crees que existe la posibilidad de dar un Ășltimo empujĂłn por efĂmero que sea. AsĂ de cruel es el "amor".
Tom Brady se retirĂł tras una temporada sĂłlida, incluso demostrando que aĂșn tenĂa algo en el tanque, al alzar el anillo con los Buccaneers. Otros, como Brett Favre, alargaron su carrera mĂĄs allĂĄ de lo ideal, arriesgando parte de su legado en el camino. Y asĂ, cientos. Cientos que pasaron por el mismo lugar donde ahora mismo se encuentra Aaron Rodgers.
La mente suele terminar por convertirse en la gran protagonista. El inteligente llega a la NFL. El superdotado hace historia como quarterback en este deporte. Y es curioso cuanto menos ver cĂłmo son capaces de memorizar incontables jugadas, improvisar ante cualquier revĂ©s, o dar el pase correcto pese a tener en frente a tĂos de 120 kilos que te quieren derribar lo antes posible. Sin embargo, ante el momento de saber parar, las dudas los devoran.

Y ahĂ estĂĄ el problema.
El pensar que es la mente cuando siempre fue el corazĂłn.
El valiente no es el que siempre se queda por pasiĂłn, sino el que sabe cuĂĄndo marcharse por amor.





