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Nunca burlarse de los rivales: The Monsters of The Midway

Lott Montana

"La próxima vez acordaros de traer la ofensiva", espetó Ronnie Lott, defensor de los San Francisco 49ers. Era un clásico día de viento en el templado enero de la parte más noble de la bahía. Final de conferencia. El equipo local acababa de barrer a los rivales.

Chicago. Los rutilantes años 80 habían empezado en medio de la desolación. El último triunfo de los Blackhawks remontaba al '61. Los Cubs seguían atrapados por la surrealista maldición de la cabra -curse of the Billy Goat-. Tras haber amañado, y perdido, las World Series de 1919, los White Sox habían disputado solo un clásico de otoño, siendo derrotados por los Dodgers. Los Bears, uno de los equipos más exitosos de la era anterior a la Super Bowl, nunca se habían clasificado para un Championship en la nueva época. Hasta aquel domingo en el que las lágrimas de su jugador más icónico sacudieron al vestuario. "He necesitado diez años para llegar aquí y quizás necesitaré otros diez para volver", dijo.

Es la época del hedonismo reaganiano. El mundo occidental vive en la opulencia. Los europeos de clase alta viajan al Caribe. El culto del físico llega para quedarse con los primeros gimnasios. Había llegado el momento de cambiar el rumbo también a la orilla del lago Michigan. El año anterior a aquella humillación padecida en la casa de Joe Montana, los Chicago Bulls que nunca había saboreado una final NBA, habían seleccionado en el draft a un muchacho que salía del Universidad de North Carolina. ¿Hace falta escribir su nombre?

Al horizonte se vislumbraban destellos de luz, señales de gloria.

North Carolina's Michael Jordan (23) drives around the defense of Wake Forest's Anthony Teachey, left, and Danny Young (20) in this Feb. 17, 1982 photo at the Greensboro Coliseum in Greensboro, N.C.  Jordan,  the greatest player in NBA history and the most popular athlete since Muhammad Ali is expected to announce his retirement Wednesday  at a news conference in Chicago, a source with close ties to the NBA told The Associated Press on Monday night Jan. 11, 1999. (AP Photo/Bob Jordan)

Los Bears se han quedado huérfanos de su figura imprescindible. El 'GSH' que encontramos en las mangas del equipo es un homenaje a él. En su quijotesca vida ha hecho de todo. Lo llamaban Papa Bear. George Stanley Halas había hecho un último regalo al amor de su vida. Respondiendo a una carta. ¿Cómo?

Alguien que se dejó llevar por sus sentimientos. Había triunfado como jugador en la 'Ciudad de los Vientos' cuando no existía la Super Bowl. Luego había alcanzado el anillo en Dallas. Colgado el casco a la pared, había aprendido el fascinante oficio de entrenar bajo las alas del gurú de aquellos Cowboys, Tom Landry. Mike Ditka conocía Chicago como si fuera su hija, sangre de su sangre. Sabía que para ganar había que compaginar con la mística de la ciudad. Abrió su corazón y dijo al presidente: "Estoy preparado para guiar a los Bears". Contratado.

Chicago Bears coach Mike Ditka autographs a football for a student at Morton East High School on Wednesday, Dec. 20, 1985 in Cicero, Ill., near Chicago, where the team has been practicing this week for their final game of the season. The Bears meet the Lions on Sunday at the Pontiac Silverdome and if they win will tie the 1984 San Francisco 49ers for the NFL record for most regular season victories. (AP Photo/John Swart)

De origen ucraniano y polaco, lo llaman 'Iron Mike', por haber nacido en un área de Pennsylvania que vivía y moría alrededor de la industria del acero. También por ser un sargento de hierro. Promete el título en 4 años. Es un desafío que sus jugadores sienten como una reivindicación. Porque hay que borrar aquella tarde del 10 de enero de 1985 en San Francisco.

En la entidad trabajaba como coordinador de la defensa, Buddy Ryan. Estaba construyendo el más increíble reparto defensivo que jamás se haya visto. Pasará a la historia como 46 Defense, homenaje a Doug Plank. Un defensive back conocido por la rudeza de sus jugadas que defendió por toda su trayectoria NFL la camiseta número 46 de los Osos. Se retiró en 1982.

Aquella defensiva tenía un objetivo, cazar al quarterback con una gran cantidad de soldados. Jamás se había visto una maquinaria tan agresiva, atemorizadora y a la vez eficaz. Porque se puede ir a por el mariscal con muchos jugadores, pero si no se hace con el timing correcto el rival te acribillará. Los Bears no se acostumbraban a querer recuperar la pelota después de tres intentos rivales fracasados. Querían arrebatársela de las manos. ¿Nombres? El elenco sería muy largo.

New York Giants running back Joe Morris (20) is stopped by Chicago Bears Richard Dent (95) and William Perry (72), as Chicago's defense held the Giants to 32 yards in the Bears 21-0 win during NFC playoff action, Sunday, Jan. 5, 1986 in Chicago, Ill. (AP Photo/Charlie Bennett)

¿La ofensiva? Su clave era aquel hombre apodado dulzura que se desahogó en el vestuario del Candlestick Park -antiguo y mítico recinto de los Niners-. A lo largo de muchos años había sido una estrella en el desierto. Walter Payton. En 1985, le construyeron una orquesta. El QB era Jim McMahon. Sufría de sensibilidad ocular aguda por lo que era habitual verlo luciendo gafas de sol en público. Como los grandes, de una debilidad a una fortaleza. Se convertirán en su seña de identidad y anticiparán la moda que se difundió posteriormente con el estreno de Top Gun. Un tipo extravagante que no era ni Montana ni Marino, pero tenía desparpajo. Era un líder. Durante aquella temporada se sobrepuso a varias lesiones. Entre los receptores hay que destacar al rápido Willie Gault. ¡Rapidísimo! Había ganado la medalla de oro en el relevo 4x100 -con Carl Lewis- y el bronce en los 110 vallas en los mundiales de atletismo de Helsinki.

Football Player Jim McMahon shown during an appearance on the The Tonight Show Starring Johnny Carson, Dec. 17, 1986, Burbank, Calif. (AP Photo/Mark Avery)

Pese a los contrastes entre Buddy Ryan y Mike Ditka, los Bears aniquilaron a los rivales y en varios partidos se tomaron pequeñas grandes revanchas que sirvieron para mandar una señal inequívoca a toda la nación. Barrieron a los Cowboys del ex jefe de Ditka; aniquilaron dos veces a los 'odiados' Packers y vencieron a los 49ers con "Refrigerator" Perry, una de las estrellas de la defensa, que se tomó el lujo de ejercer de Fullback. No será la única vez en la temporada. Claro guiño a la ofensa del año anterior cuando el entrenador de Frisco colocó a un hombre de línea en posición de Fullback.

Nadie los paraba. Hasta un histórico Monday Night Football. No puede ser casualidad que el único equipo que superó a los Bears tenía el mariscal de campo con el lanzamiento más rápido de todos. Dan Marino. Los hijos de los Dolphins de los '70 salvaron la temporada perfecta de sus progenitores. Sí, porque los Bears no volverán a perder.

Una ciudad que en los húmedos veranos se divide entre el obrero South Side, con sus queridos White Sox, y el coqueto North Side, con sus adorados Cubs, se había unido en otoño e invierno por aquel grupo de muchachos que sabía divertirse y conocía su grandeza. Acudían en masa al magnífico Soldier Field -viejo o nuevo, siempre espléndido- que domina majestuosamente el verde del romántico Millennial Park que abraza el lago por el cual pasan los glaciales vientos del norte.

Chicago Bears defensive coordinator Buddy Ryan is carried off the field by the team after the Bears beat the New England Patriots 46-10, on Jan. 26, 1986 in New Orleans, to win Super Bowl XX. (AP Photo)

En Playoffs continúa la hazaña. ¿La Super Bowl? Los de Ditka se dejaron seducir por los excesos de la Big Easy, pero dieron una clase magistral. Los New England Patriots acabaron arrollados bajo los golpes demoledores de un equipo intratable. Pocos años después llegarían los títulos de los Bulls. En el nuevo milenio, las tres Copas Stanley de los Blackhawks. Los White Sox habían vuelto a ganar un clásico de otoño. Y los Cubs acabarán con su anatema. ¿Los Bears? Demasiado tiempo sin repetir. Alrededor de los elegantes escaparates de Michigan Avenue quieren volver a saborear la miel de la magnificencia.