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Howie Roseman: el niño general manager

Lo enamoró la fatalidad: Howie Roseman, un niño judío de Brooklyn, sentado frente a la televisión miró un día de 1983 cómo sus adorados Jets eran aplastados por Miami en el partido por el campeonato de la AFC. No solo los Delfines los dejaron en cero, sino que los neoyorquinos sufrieron todo: la tormenta, la extasiada multitud del equipo contrario, el césped vuelto un lodazal. El quarterback Richard Todd sufrió cinco intercepciones, completó solo 15 de 37 pases, lo capturaron cuatro veces y sumó 103 yardas. Una desgracia pasada por barro.

Desde ese día, explica el prestigioso general manager de las Águilas de Filadelfia, "me enganché". Es decir, en vez de lamentar la suerte de sus Jets, los atraparon los retos complicados, e incluso halló la solución para su equipo: "Pensaba que yo sería el próximo quarterback de los Jets". Pero Todd, el titular, ni tiempo tuvo para enterarse de la "amenaza" encarnada en ese chico de siete años de edad que lo sustituiría. La mamá de Howie le prohibió a su pequeño jugar al violento futbol americano: la vida tenía mejores retos que partirse la cabeza contra superhombres.

A Howie no le importó. Pronto, en la Marlboro High School de Nueva Jersey, advirtió que deseaba con la misma vehemencia ser quarterback que diseñar rascacielos deportivos. "Me obsesionaba la construcción de los equipos. Decía a la gente: 'seré un buen general manager' y todos se reían". Por años, el adolescente mantuvo su idea fija. Ya camino a ser abogado en la Fordham University School of Law y la Universidad de Florida, supo que era el momento de lanzarse al vacío. Su estrategia fue insólita: escribir sistemáticamente cartas a los equipos de la NFL, pegarles las estampillas y llevarlas al correo, ofreciéndose como general manager.

Howie

A Joe Banner, entonces vicepresidente de las Águilas de Filadelfia, lo desconcertó recibir en su oficina ese mensaje. Esos mensajes, en realidad: "Nunca había jugado futbol, entrenado futbol, ni siquiera había acarreado las pelotas de un equipo de futbol, pero estaba absolutamente seguro que sería un gran general manager. Me envió cartas cada día por años".

Joe no hizo caso al delirante muchacho, pero un día Mike Tannenbaum, titular de Player Contract Negotiations de Jets, le contó que un tipo le mandaba cartas postales para ser general manager. O sea, les había escrito a los dos. Mike, atacado por la curiosidad, invitó a Howie platicar un rato y luego telefoneó a Joe: "Deberías hablar con él. No sé si podría ser general manager pero es suficientemente inteligente". Acto seguido, el loco Howie, de solo 26 años, convenció a Joe, quien lo integró en el 2000 a las Águilas para negociar contratos con jugadores. No tenía mucho que perder: en los últimos 40 años de existencia lo máximo que el conjunto de Pensilvania había logrado era llegar al Super Bowl XV contra Raiders y perderlo. 

En 2003, Howie ascendió a director de Football Administration y en 2008 a vicepresidente de Personnel Player. Para 2010 ya era general manager. Durante 13 años fue inseparable del coach Andy Reid: "Me enseñaba su perspectiva para construir equipos y evaluar jugadores". 

En un cuarto de siglo ocupando cargos clave en Filadelfia, Howie ha elegido y visto pasar coaches históricos, como Reid y Doug Pederson, además del prometedor Nick Sirianni. Y claro, jugadores leyenda: Zach Ertz, DeSean Jackson, Nick Foles, Jason Peters, Tra Thomas, LeSean McCoy, Brian Westbrook, Brian Dawkins, Jalen Hurts. 

El mundo de la NFL le reconoce su destreza para crear defensivas innovadoras con una particularidad: promueve a tal nivel la rotación de jugadores que veces es imposible saber quiénes son titulares y quiénes suplentes. Quiere frescura, no sobrecarga. Y no le ha ido mal: en la última temporada las Águilas lograron 70 sacks, y por primera vez en la historia de la NFL cuatro jugadores de un mismo equipo lograron más de 10 capturas. 

Su estrategia, hablar. Roseman habla horas y horas con los jugadores antes de adquirirlos, y si se trata de coaches entabla sesiones de 10 o 12 horas dialogando lo mismo de futbol que de la vida. Su misión: conocer secretos, hábitos, ideas, atrapar el alma del otro hasta estar seguro de compartir sus convicciones. Howie, el abogado de peliculesca voz nasal, da entrevistas en shorts, es cálido físicamente, bromea con los medios de comunicación y llena de ironías las entrevistas.

Philadelphia Eagles general manager Howie Roseman, left, holds up the Vince Lombardi Trophy as he celebrates with head coach Doug Pederson, center, and owner Jeffrey Lurie after the NFL Super Bowl 52 football game against the New England Patriots, Sunday, Feb. 4, 2018, in Minneapolis. The Eagles won 41-33. (AP Photo/Matt Slocum)

Por supuesto, también ha padecido muy malas temporadas. Cuando eso ocurre vuelve a su religión y practica la Teshuvá ("retorno" en hebreo) un proceso para identificar las debilidades propias y revisar sus actitudes.

Casado y padre de cuatro, convirtió a las Águilas, equipo eternamente perdedor, en un aspirante permanente al trofeo Vince Lombardi. En sus 22 años de gestión su equipo ha conquistado un Super Bowl, tres campeonatos de la NFC y 10 campeonatos de División.

¿Su filosofía? "Siempre van a pasar cosas que tú no quieres que pasen y vas a cometer errores. Lo que hay que hacer es aprender continuamente y tener buenas personas a tu alrededor".

En 2018 recibió el Premio Humanitario Steinberg-DeNicola otorgado a un miembro de la NFL que hace el bien en su comunidad. Howie, jura su entorno, es una buena persona.

Por lo pronto, él bromea siempre: la sonrisa es lo que menos le cuesta.