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Rivalidades: Chargers-Raiders, una alianza frustrada

En 2015, Chargers y Raiders, dos viejos antagonistas de la AFC Oeste, sorprendieron a la liga manifestando sus planes de mudarse en paralelo.

La idea era que construyeran juntos un nuevo estadio en Carson, una ciudad manufacturera al sur de Los Angeles. Esto supondría el regreso de la NFL a uno de los mercados más atractivos del territorio estadounidense. Para muchos era inconcebible que el buque insignia de la Costa Oeste no tuviera una franquicia profesional.

Dean Spanos y Mark Davis gestaron un plan ambicioso de 1.8 billones de dólares, que incluía un estadio de 65 mil personas al aire libre. El problema fue que Stan Kroenke, dueño de los Rams, también puso sobre la mesa 2.7 billones, un estadio techado de 80 mil personas en Inglewood y el proyecto de construcción más caro en la historia de los deportes: el So-Fi Stadium.

General view of Sofi Stadium before Super Bowl LVI on Sunday, February 13, 2022 in Inglewood, California.

Chargers y Raiders tenían en común haber jugado durante mucho tiempo en complejos ideados para la práctica del beisbol, por lo que estaba ávidos de un estadio propio y moderno. Por ello, y para contrarrestar el músculo económico de Kroenke, Jerry Richardson, dueño de los Panthers, le recomendó a Spanos aliarse con Davis.

Pese a que buena parte de la vieja guardia de los dueños de la liga se inclinaban por el proyecto de Carson, Jerry Jones tomó el control de la junta e inclinó definitivamente la balanza en beneficio de Kroenke. Este, que sabía que de construirse un nuevo estadio en Los Angeles forzosamente tendría que albergar a dos equipos, le ofreció a los Chargers un contrato de arrendamiento.

Así, Spanos pasó de ilusionarse con un estadio propio a ser un simple inquilino de los Rams en Inglewood, una ciudad del condado de Los Angeles que se ha caracterizado por acoger a dos de las minorías más importantes en Estados Unidos: los afroamericanos y los mexicoamericanos.

FILE - In this Jan. 12, 2016, file photo, NFL Commissioner Roger Goodell, left, listens as San Diego Chargers owner Dean Spanos talks to the media after team owners voted in Houston to allow the St. Louis Rams to move to a new stadium just outside Los Angeles, with the Chargers having an option to share the facility. The Chargers owner is feeling some pain after his fellow owners turned against him, though not nearly as much pain as he's inflicting on San Diego fans. (AP Photo/Pat Sullivan, File)
Pensé que era la decisión correcta por muchas razones. Como dije, fue una decisión emocional, fue difícil, pero al final del día debes mirar hacia adelante, necesitábamos un lugar para jugar. Creo que este estadio será el estadio principal de la NFL y es una gran oportunidad para nosotros durante los próximos 25 o 30 años. Dean Spanos, dueño de los Chargers

Los Chargers no tenía muchas alternativas. Si no tomaban la opción de mudarse junto a los Rams, debían volver a San Diego con las manos vacías. Además, dejarían el camino libre para que los Raiders tomaran la estafeta.

Al final los Chargers se establecieron en Los Angeles, donde la franquicia comenzó su periplo profesional en 1961, y los Raiders, emblema de la contracultura en la agitada ciudad de Oakland, tuvieron que explorar nuevos horizontes en Las Vegas.

En algunos sectores de la prensa, hay gente que sigue llamando al Chargers-Raiders el Relocation Bowl. Las mudanzas en la NFL siempre tienen dos caras.