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McCaffrey y el regreso a los años 60

Hola. Bienvenidos a otra columna de opinión sobre el impacto de Taylor Swift en la NFL. Just kidding. Prometo no volver a mencionar su nombre por –al menos- las próximas tres columnas.

Transcurrido el primer mes de la temporada, no caben dudas de que la figura que más busca marketinear la NFL en 2023 es… la de una cierta cantante estadounidense, con hits como "22", "Wildest Dreams" o (mi favorito) "Anti-Hero". 

Más allá del chiste, considero que no hemos tenido hasta aquí un jugador que se destaque por encima del resto. En realidad, cuando digo "jugador" me refiero a "quarterback". Siempre, nuestra cabeza va a ir primero a los QB´s. Ellos son los encargados de mantener vivo el fuego de la antorcha que es la NFL. O, al menos, eso nos ha hecho creer la liga.

Esto que voy a decir es vox populi para quienes consumimos NFL, pero por si tenemos lectores más novatos por allí, vale mencionarlo: hubo un tiempo (que fui hermoso) en donde el quarterback ocupaba un lugar secundario en la jerarquía de los equipos de fútbol americano.

Durante las décadas del ´60, ´70, ´80 y ´90, running backs como Jim Brown, Walter Payton, Eric Dickerson, O.J. Simpson (y sí), Emmitt Smith y Barry Sanders, por nombrar algunos, fueron los hombres más famosos y más importantes para la liga.

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Con el cambio de siglo, la NFL aceleró su proceso de cambio reglamentario, facilitando el juego ofensivo y otorgándole cada vez más protagonismo a los quarterbacks.

Esta tendencia se puede ver reflejada con claridad al tomar el premio individual más prestigioso que entrega la liga: el AP Most Valuable Player Award (MVP).

Entre 1991 y 2000, cinco running backs (Thurman Thomas, Emmitt Smith, Barry Sanders –co MVP con Brett Favre en 1997-, Terrell Davis y Marshall Faulk) se llevaron el galardón. Entre el 2001 y el 2010, sólo lo hicieron Shaun Alexander (2005) y LaDainian Tomlinson (un año después).

De allí en adelante, a excepción de la sensacional temporada 2012 de Adrian Peterson, todos los MVP´s de la NFL han sido quarterbacks. Y no es sólo eso: es que ningún jugador fuera de dicha posición ha estado siquiera cerca. Repasemos algunos casos puntuales:

-En 2014, JJ Watt luchó hasta el final para intentar convertirse en apenas el segundo jugador defensivo en toda la historia en ser MVP (además de la leyenda, Lawrence Taylor), pero sus 13 votos no alcanzaron para superar a Aaron Rodgers (31). 

-En 2016, un año sin un claro favorito, Ezekiel Elliott tuvo 6 votos contra los 25 del ganador, Matt Ryan. 

-Todd Gurley le compitió a Tom Brady en 2017, pero apenas obtuvo 8 votos sobre 50 posibles (Brady sacó 42 y Carson Wentz los otros 2 restantes. Wentz y Gurley hoy: ambos fuera de la liga. Increíble).

Para hacerlo aún peor, desde aquella temporada en 2017, absolutamente todos los votos han sido para un QB salvo uno: en 2021, para Cooper Kupp (que ganó la triple corona como receptor: más yardas, más atrapadas y más touchdowns).

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Entonces, volviendo a las cuatro semanas de competencia que llevamos, reitero el disparador de la columna: no veo un quarterback posicionándose como el favorito para el MVP. 

Patrick Mahomes, el campeón defensor (tanto del MVP como del título), está teniendo problemas con un cuerpo de receptores poco confiables por fuera de Travis Kelce. Tua Tagovailoa, el favorito hasta esta semana, trae consigo al fantasma de las lesiones, lo cual no lo hace un candidato confiable.

Después de su avasalladora actuación en la victoria de sus Bills sobre Miami, Josh Allen es el actual favorito para las casas de apuesta, y con razón:

Sin embargo, con todo respeto para el querido Josh (y para Vegas, que siempre siempre siempre tiene la razón), el jugador más impactante que nos dejó el primer mes de temporada regular se llama Christian McCaffrey.

Lo de McCaffrey es una bestialidad absoluta. Sumando este último partido (donde metió 4 TD´s, by the way), McCaffrey lleva 13 partidos seguidos con al menos una anotación, convirtiéndose en la mejor marca en la historia de una franquicia icónica como San Francisco 49ers.

Unos 49ers que, dicho sea de paso, ganaron su decimocuarto encuentro consecutivo en fase regular (a 1 de igualar su marca histórica). Una racha que coincide con… el trade que realizaron el año pasado, sacando a McCaffrey de Carolina Panthers.

El running back (que es mucho más que un RB), llegó un viernes. San Francisco jugó de local ese domingo y perdió frente a los Chiefs (estuve allí y escribí ésta columna para Mundo), una tarde donde jugó un par de snaps un tal Brock Purdy, y desde entonces no han vuelto a perder en temporada regular. De hecho, su única derrota fue en el NFC Championship Game ante los Eagles, cuando literalmente se quedaron sin QB´s.

McCaffrey, quien ya era un jugador fantástico en Carolina, explotó desde su llegada a los 49ers. El maridaje entre la inventiva en los diseños de Kyle Shanahan (para mi, el mejor entrenador de la liga) y la versatilidad de McCaffrey para adaptarse a lo que le pida su coach es el factor que potencia a San Francisco y lo posiciona como el mejor equipo de la NFL en la actualidad.

¿Le alcanzará para ser MVP? La triste respuesta es: probablemente, no.

En este momento, McCaffrey está séptimo en la lista de favoritos y sus odds ("cuota" en español) son de +2000. Eso significa que, si apostás 100 dólares por McCaffrey, te llevás 2000 si termina siendo MVP.

De los primeros 12 nombres que aparecen, CMC es el único no QB de la lista. El problema es que, justamente, no se trata (sólo) de lo que haga McCaffrey. Para tener alguna chance, necesita que ningún quarterback rompa el molde.

Fíjense: en 2012, Adrian Peterson totalizó 2314 yardas desde scrimmage (yardas terrestres + yardas aéreas) y 13 touchdowns. Eso le bastó para ser MVP.

Siete años después, McCaffrey tuvo una temporada incuestionablemente mejor que la de AP: 2392 yards from scrimmage y 19 touchdowns. Recibió 0 votos al MVP y apenas 12 para el premio al Offensive Player of the Year (que fue Michael Thomas, wide receiver de los Saints).

En pocas palabras, la tiene jodida McCaffrey. Pero ahí está, en la lucha por reivindicar la posición de running back. O, aunque sea, para demostrar que él es una excepción a la regla y sí puede desafiar la supremacía de quarterbacks en la NFL.