Llegamos a la semana 10 y nos encontramos con dos conferencias tremendamente igualadas. No hay ningún equipo que nos dé la sensación de estar dominando claramente tanto su división como su conferencia. Para esta previa, quiero centrarme en duelos donde se juegan grandes opciones tanto de títulos divisionales como de posicionamientos para playoffs en la Conferencia Nacional. Ojo, porque ahí hay mucha miga para esta jornada.
El escenario está montado: los Buccaneers, con un récord de 6-2 en la NFC Sur, llegan con armas ofensivas interesantes y una necesidad imperiosa de afirmarse como contendientes. Frente a ellos, los Patriots han construido un equipo que invita a pensar en el renacer que los coloca en la cima de la AFC Este, con una estructura sólida que se traduce en números de primer nivel. Lo que más llama la atención del duelo es la dicotomía entre el ritmo que los Bucs querrán imponer y el control que los Patriots intentarán ejercer, lo que convierte este partido en una batalla de identidades tácticas.
Tampa Bay ha conseguido 2.121 yardas totales de ofensiva hasta el momento para un promedio de 27,5 puntos por partido. Si bien esos números invitan al optimismo, la realidad subyacente muestra fisuras: su juego de carrera genera 529 yardas en 163 carreras (3,7 yardas por intento) lo que no es propio de un componente dominante. Sin duda, la baja de Bucky Irving les ha hecho daño y aunque White y Tucker son capaces de sumar, no llegan al nivel de Irving. Por tanto, si los Buccaneers no consiguen convertir sus primeras oportunidades en ventaja territorial o ritmo ofensivo, permanecerán en la zona vulnerable de depender del pase. En contraste, los Patriots han mantenido una defensa que permite solo 18,3 puntos por partido y, especialmente, controlan el juego terrestre rival: permiten 76 yardas por partido en carrera, la segunda mejor marca en la liga. Esto da un claro indicador: la formulación del partido para New England es simple en su esencia táctica, es decir, mantener a Tampa fuera de las posibilidades de carrera, evitar big-plays y forzar al adversario a trabajar cada posesión.
Es la clave número uno para los Patriots: evitar que la ofensiva de Tampa se vuelva explosiva. Los Buccaneers tienen capacidad de generar big-plays en el juego aéreo desde el pocket o con Mayfield saliendo en scramble cuando extiende la jugada. Su defensa convierte los terceros downs en verdaderas batallas, por lo que la tasa de conversión de terceros intentos del adversario frente a los Patriots es de las más baja de la liga. Los Bucs saben que si pueden establecer la carrera en los primeros downs, obligan a los Patriots a comprometer más recursos en el box, abriendo posibilidades en el pase. Si logran mover el balón en los primeros downs, reducir las pérdidas de yardas y mantener balance tierra-aire, obligarán a New England a abrir la cobertura, lo que puede generar ventajas por pase. Pero si ese juego no aparece, los Buccaneers quedarán en manos del pase, y ahí entra el segundo foco: la protección del quarterback Baker Mayfield. Su línea ofensiva ha ido perdiendo titulares a lo largo de la temporada y esto ha sido un problema. Si la presión de los Patriots se hace efectiva, Tampa podría perder ritmo rápidamente.
Por otro lado, la ofensiva de New England, aunque menos vistosa estéticamente que la de Tampa, tiene la virtud de ser eficiente: alterna carrera y pase, controla el tempo y explota los errores del rival. Drake Maye está dejando la sensación de ser un quarterback franquicia para muchísimos años. Su calidad en el brazo es excepcional, así como su capacidad para manejar el pocket, algo impropio en alguien de su edad. A pesar de las bajas en el cuerpo de running backs, los Patriots no dejan de insistir por tierra, lo que le da una amenaza real en el play action. Sin grandes estrellas en el exterior, Diggs, Douglas o los tight ends Henry y Hooper le siguen dando objetivos claros para que el quarterback mantenga un ritmo de anotación adecuado, algo que se puede antojar muy importante cuando tu rival son estos Buccaneers. Josh McDaniels, su coordinador ofensivo, está trabajando muy bien con Maye antes y después del snap, dándole lecturas sencillas y que el joven quarterback está ejecutando a la perfección.

En la secuencia de arriba, vemos a Demario Douglas alineado en el pocket para buscar ventajas en el juego aéreo. Una vez que se inicia el snap, el wide receiver del lado izquierdo juega una ruta al interior donde arrastra a un defensor y hace que el safety no se pueda mover por la amenaza de una posible ruta a la end zone. Por su parte, Douglas juega hacia el exterior y queda emparejado con un hombre de la línea defensiva. La ventaja ya esta clara para Maye, quién lee primero al safety y luego la ruta de Douglas. El quarterback pone un pase perfecto y Douglas consigue el touchdown.
Desde la perspectiva avanzada, la métrica EPA por jugada del equipo visitante (Patriots) es claramente superior al equipo local (Buccaneers) en promedio, lo que implica que New England maximiza mejor cada posesión y cada jugada, mientras que Tampa depende más de volumen o big plays. Esto crea un riesgo para los Buccaneers: si el partido se vuelve de pocas posesiones, un error puede costar mucho. Los Patriots, con su eficiencia, tienen esa ventaja.
La narrativa del partido es atractiva: los Buccaneers deben demostrar que su ofensiva tiene consistencia, que su línea ofensiva puede sostener el juego de pase, y que la defensa puede ajustarse a un rival que no regala nada. Una victoria les dejaría como uno de los favoritos para esa competitiva NFC. Si pierden, pueden poner en riesgo el título divisional, ya que los Carolina Panthers se están mostrando como un equipo muy peligroso y que va a más. Los Patriots, por su parte, quieren que este partido represente la confirmación de que su reconstrucción funciona, que su defensa es de alto nivel y que pueden ganar no solo en casa, sino también imponerse en estadios complicados como el de Tampa.
Entramos en el corazón de la NFC Oeste, una rivalidad que siempre encuentra matices tácticos y físicos. Los 49ers, con una marca de 5-3, enfrentan a los Rams (6-2) en un duelo que puede definir el tono de la división. Aquí no se trata solo de talento individual, sino de identidad de equipos: San Francisco busca control, Los Ángeles ritmo y verticalidad. El choque ofrece un test de quién impone su estilo.
Los 49ers han permitido 107,9 yardas por partido en el juego terrestre, una cifra que les coloca en la zona media-alta de vulnerabilidad. En una división donde el juego terrestre cobra gran importancia, esa debilidad podría costar caro. Mientras tanto, los Rams están entre los equipos más eficientes en jugadas de éxito ofensivo, con el casi 48 % de las jugadas que generan ventaja tangible. Este aspecto les da una ventaja táctica: menos posesiones desperdiciadas y más conversiones, lo que en un juego divisional puede ser decisivo.
Desde el punto de vista ofensivo, San Francisco ha tenido dificultades para mantener consistencia: su promedio de puntos ronda los 20 por partido, lo que para un equipo con aspiraciones de campeonato es bajo. Los Rams, en cambio, han sabido explotar sus armas verticales y su pass-rush (con 27 sacks los posiciona tercero de toda la NFL en esa categoría). Esto significa que en este enfrentamiento los 49ers no solo deberán contener el ritmo de juego de Los Ángeles, sino también sobrevivir a oleadas de presión y jugadas de pase profundo.
El guión táctico para los 49ers será claro: establecer su juego de carrera, obligar al rival a defender en box pesado, usar play-action cuando tengan ventaja, conseguir completos en el segundo nivel del campo y cuidar el reloj. Evidentemente, si buscamos un jugador clave para todo esto, no podemos dejar de nombrar a Christian McCaffrey. El running back de Stanford se vuelve a mostrar como un corredor versátil, dinámico y explosivo. Frente a los Giants dominó en todas las facetas del juego ofensivo y, cuando esto pasa, Mac Jones es capaz de mover el balón con cierta facilidad. A medida que George Kittle vuelva a ser el jugador que era antes de la lesión, los problemas en red zone que tuvieron al inicio de temporada comenzarán a desaparecer. En el libro de jugadas veremos a los 49ers utilizar formaciones "heavy" para establecer ese poderío físico, para luego extenderse a formaciones más abiertas y aprovechar así el play-action.
En defensa, estos Niners no pueden tener peor suerte con las lesiones. Cada semana que pasa, se van cayendo más y más jugadores importantes, siendo el rookie Mikel Williams el último en hacerlo. Frente a estos Rams, necesitas tener una presión constante al quarterback, porque Matthew Stafford no perdona si el pocket es limpio. McVay está rotando sus formaciones a personal 13 (un running back y tres tight ends), sobre todo en situaciones de red zone, donde vemos como su efectividad ha aumentado exponencialmente al buscar más y mejor a Davante Adams. El wide receiver lleva cinco touchdowns en los dos últimos partidos. Con la formación cerrada y con Adams abierto en uno contra uno, los Rams anotan seis puntos si le mandan el balón a su receptor.
En el vídeo de arriba, podemos ver una de estas acciones. Con Adams abierto a la izquierda, Stafford solo tiene que esperar a que receptor consiga la separación suficiente para enviarle el ovoide. La capacidad de Adams en el reléase de la ruta sigue siendo élite, así como sus manos en balones 50/50 si la ruta es fase en vez de slant.
Estos dos equipos se conocen a la perfección y cada año nos dejan duelos sensacionales donde la dureza de las defensas suele ser determinante. En el anterior choque entre ambos, una fumble provocado por los Niners en la línea de anotación cambió un encuentro dominado por los chicos de McVay. Detalles que marcan partidos y temporadas. El duelo Shanahan contra McVay no decepciona nunca.
La jornada se cierra con un clásico moderno de la NFC, los Eagles frente a los Packers en un partido que, más allá del resultado, ofrece contrastes marcados. Philadelphia ha construido una identidad de equipo completo, con ofensiva versátil y defensa agresiva; Green Bay sigue en proceso, con talento joven, pero con preguntas sobre su consistencia en momentos decisivos.
Estos Philadelphia Eagles han tenido problemas en el inicio de esta temporada en su pass-rush y en secundaria. Mitchell está jugando a un grandísimo nivel, pero ninguno de sus compañeros cornerbacks ha ofrecido un rendimiento ni aproximado al suyo. Lo mismo ocurre en la línea defensiva. Jalen Carter sigue siendo el mejor jugador de esa defensa, pero no han sido capaces de generar mucha presión por el exterior. A ambos problemas, Howie Roseman ha querido poner solución mediante trades. Han llegado Michael Carter y Jaire Alexander para fortalecer la secundaria y Jaelan Phillips para hacer lo propio con la línea defensiva. Además, Brandon Graham ha salido del retiro para intentar un último baile.
Al otro lado están unos Packers que han dejado una sensación muy mala en su último encuentro. Ese equipo duro en defensa y sobresaliente en ataque que vimos en Pittsburgh dio paso a uno nervioso y sin aparentes soluciones frente a los Panthers en Lambeau. Es extraño ver como LaFleur insiste en la carrera y en los lanzamientos horizontales cuando no están funcionando de la mejor manera en esta temporada. Es cierto que Jordan Love corre riesgos innecesarios a veces, pero los Packers son un equipo mucho más poderoso cuando atacan verticalmente, y más con la vuelta de Christian Watson. La baja de Tucker Kraft para toda la temporada abre un espacio a rellenar en ese ataque, por lo que LaFleur tendrá que permitir que su quarterback desarrolle todo su talento sin ataduras.

Aquí arriba tenemos un claro ejemplo de ese riesgo que debe tomar, a veces, el equipo de LaFleur. Los Panthers alinean con una defensa de cuatro hombres cayendo en profundo, por lo que los Packers necesitan estirar el campo con rutas verticales. Watson (en verde) es el que va a atacar el medio de los dos safeties, mientras que por el exterior habrá rutas medias. En el lado derecho, Doubs estira al cornerback verticalmente para hacer un corte al interior y aprovecharse de la ruta vertical de Watson. Ese parece el pase más sencillo para Love, porque ademas les daría el primer down. Love tiene un pocket limpio y lee cómo uno de los safeties ha arrancado tarde a caer con Watson, así que prefiere apostar por Watson y mandar el ovoide al campo contrario. La velocidad de Watson, la localización del balón y cómo ataca el lanzamiento en su punto más alto es excepcional, logrando una big play importante para su equipo.
Para mí, la clave de este partido estará en la capacidad de Green Bay para parar el juego terrestre de Eagles. Aunque Philadelphia haya virado su plan de juego ofensivo al pase estas últimas semanas, sigo pensando que son un equipo mucho más dominante cuando son capaces de correr. Además, se enfrentan a unos Packers a los que se les ha visto ciertos problemas cuando el rival va por tierra. Ahí, dejan de llevar la iniciativa en defensa y su pass-rush pierde protagonismo. Si los Eagles siguen yendo tanto al pase, la defensa quesera puede hacer mucho daño con Micah Parsons a la cabeza.
En este escenario, los Packers tienen que evitar entregas de balón, tienen que ser eficientes en la conversión de terceros downs y deben generar big plays en el juego de pase para que la carrera esté algo más liberada. Los Eagles, en cambio, tienen la ventaja de la experiencia en partidos así de grandes y del estilo de control que mejor les ha funcionado: dominar el reloj, controlar la línea de scrimmage y hacer que el rival se desgaste. Los Packers están teniendo muchos problemas para conseguir anotar en los dos primeros cuartos, si los Eagles enlazan dos o tres drives anotadores al inicio del duelo, va a ser muy difícil que los locales remonten.





