Por diversos motivos, estos dĂas he reflexionado mucho sobre lo que realmente significa "saber de NFL" y en la posibilidad de que exista algĂșn rasgo absolutamente legitimador en torno a ello. Es decir, Âżse puede hablar de un atributo irrebatible que deban desarrollar los que se precian de saber de NFL? ÂżSaber de NFL es entender el juego en tĂ©rminos estratĂ©gicos? ÂżSaber de NFL es renunciar a los juicios absolutos y desmesurados? ÂżSaber de NFL es contar buenas historias? ÂżSaber de NFL es tener una memoria prodigiosa y un conocimiento enciclopĂ©dico de rosters, entrenadores, tĂtulos y fechas simbĂłlicas?
Esta columna de opiniĂłn no pretende intelectualizar el juego, sino buscar pistas para interpretarlo mejor. Por ello, como primer paso propongo cuestionar lo siguiente: ÂżQuĂ© es ser un especialista de NFL? Desde el kickoff han desfilado por este mismo espacio varios de los mejores analistas, periodistas y articulistas de habla hispana, quienes a mi juicio poseen buena parte de los valores con los que me siento mĂĄs identificado: contextualizan, escriben a fuego lento, cuentan historias, son alĂ©rgicos a los titulares rotundos, rehuyen a las lecturas parciales y, por sobre todas las cosas, entienden lo absurdo que es hablar de jugadores buenos o malos y no de jugadores mejor o peor potenciados por su entrenador, o mĂĄs o menos Ăștiles segĂșn el plan de partido.
Con todo esto no quiero decir que ese sea el Ășnico camino posible para erigirse como un especialista. SerĂa irresponsable pensar que una liga con tal magnetismo para convocar a tanta gente con intereses distintos exija un determinado tipo de corset en tĂ©rminos narrativos. Lo que sĂ creo que buena parte de los contenidos que abundan sobre la liga no son sintetizados y banalizados para acercarlos a la gente, sino por la falta de sensibilidad, recursos y olfato de los portavoces tradicionales y los nuevos creadores de contenido.
De alguna manera, la circunstancia actual que viven los especialistas de NFL, vista como un arte en extinciĂłn, me recuerda por momentos al vademĂ©cum del periodismo narrativo, al que la mĂtica Leila Guerriero definiĂł mejor que nadie como "un oficio modesto, hecho por seres lo suficientemente humildes como para saber que nunca podrĂĄn entender el mundo, lo suficientemente tozudos como para insistir en sus intentos, y lo suficientemente soberbios como para creer que esos intentos les interesarĂĄn a todos".
Si a mĂ me preguntan, yo me tatuarĂa a fuego la fĂłrmula de Leila para identificar a buenos contadores de historias, analistas y periodistas. Sospecho que, si somos pacientes, eventualmente se comenzarĂĄ a hablar mĂĄs y mejor del juego.




