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¿Es Anthony Richardson el siguiente en la evolución del QB?

Durante décadas los quarterbacks fueron los encargados de dirigir la ofensiva del equipo con dos labores principales, si queremos ser totalmente reduccionistas: entregar la pelota a sus compañeros para que corriesen con ella y ganasen yardas vía terrestre, y en segundo lugar lanzar la pelota hacia sus compañeros para que la atrapasen y ganasen yardas vía aérea. En la mayoría de los conjuntos se seguía además ese orden, primero correr para luego lanzar. Lo que estaba fuera de toda cuestión es que el quarterback se encargase de correr él mismo con la pelota. El peligro de lesión en la posición más importante de la franquicia era demasiado alto para tomar ese riesgo. Además, el 90% de los quarterbacks ni siquiera tenían las habilidades atléticas para realizar esa tarea que hoy día se ve con más normalidad.

De esta forma, a lo largo de los años surgieron ejemplos de pasadores que también eran corredores, pero de forma improvisada, siendo el ejemplo más claro el de Fran Tarkenton. El quarterback de Salón de la Fama acumuló 3674 yardas y 32 touchdowns de carrera en sus dieciocho años como profesional, pero las consiguió casi en su totalidad escapando de los pass-rushers rivales en fallidas jugadas de pase. Si se le hubieran computado, a buen seguro que Tarkenton hizo muchas más yardas corriendo hacia atrás que hacia delante. En la era más moderna aparecieron ejemplos de jugadores más dotados físicamente, como Randall Cunningham y Steve Young, pero en ambos casos las ofensivas continuaron sin explotar al máximo sus habilidades de tren inferior. Cunningham sufrió una grave lesión en el primer juego de 1991 que coartó desde entonces sus capacidades y Young era simplemente tan buen pasador que no merecía la pena el compromiso de involucrarlo tan activamente en el juego de carrera.

Con la entrada del nuevo siglo y la influencia cada vez mayor de las ofensivas "spread" de college de la escuela de Urban Meyer, la NFL fue viendo como entraba más y más talento atlético en la posición. La filosofía del antiguo entrenador jefe de Utah, Florida y Ohio State entre otros, era la de ganar la ventaja numérica contra la defensa y lo hizo convirtiendo al quarterback en parte del juego de carrera, utilizando fundamentalmente el personal 11 (3 wide receivers, 1 tight end, 1 runningback). Con ocho hombres el ataque en la caja y el QB como amenaza terrestre, la defensa debía replicar con ocho defensores. Si la defensiva intentaba jugar con dos safeties profundos, el ataque tenía una ventaja de un hombre en la caja y podía correr a placer hasta que la defensa ajustara. Si la defensa igualaba los números al meter un safety en la caja para apoyar contra la carrera, el ataque ya había limitado las opciones de cobertura de la defensa y por supuesto comprometido su potencial para defender cuatro posibles amenazas verticales en el juego de pase (los tres wide receivers y el tight end).

En la siguiente acción de la pasada campaña vemos cómo Chicago sale con personal 11 y obliga a Green Bay a emparejar con un defensive back extra. En una situación de 2º down y 11 yardas que suele ser más propicia para un pase, los Packers alinean los dos safeties profundos. Esto coloca una ventaja numérica para los Bears, puesto que tienen ocho hombres en la caja (contando a Justin Fields) por seis de su oponente. Fields lee al defensive end sin bloquear (círculo azul en la segunda imagen), que reacciona al amago de entrega de balón al runningback. El quarterback mantiene la posesión y fijaros qué situación más ventajosa, solo queda un defensor en su camino en veinte yardas alrededor. El resultado fue un espectacular touchdown de 55 yardas.

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Los Atlanta Falcons, con Michael Vick como piedra angular de su ataque, fueron el primer equipo verdaderamente corredor en la era moderna de la NFL que utilizaba de forma activa las piernas de su quarterback para amenazar a las defensas. Sin embargo, el potencial de Vick a nivel atlético acabó quedando empañado al ser encasillado en una variante de la West Coast Offense, que a nivel filosófico distaba mucho de lo que proponía Meyer. De esta forma, el quarterback de Atlanta suponía un peligro por sus capacidades atléticas, más que como lanzador, pero la mayoría de sus yardas continuaban llegando en scrambles y no en carreras diseñadas. En 2006, los Falcons finalizaron en el primer lugar de yardas de carrera (2939), pero también en el último en la categoría de pase (apenas 2371 yardas). Vick estableció el récord histórico de yardas de carrera en una temporada con 1039, siendo el primer hombre que llegaba a los cuatro dígitos. No obstante, de esas 1039 yardas tan solo 280 llegaron en acciones diseñadas por 759 en scrambles (datos de PFF). Es decir, solo el 27% de sus yardas de carrera vinieron por la labor de pizarra de sus entrenadores, que seguían pensando con la mentalidad tradicional de que el quarterback primero tenía que buscar el pase.

La siguiente evolución en el puesto de quarterback llegó con el número 1 del draft de 2011, Cam Newton. Aunque no se recuerda mucho que en sus dos primeros partidos en la NFL sobrepasó las 400 yardas de pase y que en su año rookie hizo 4000 yardas vía aérea, los Panthers entendieron desde el principio que con Newton contaban con una bala diferencial que no podían dejar en la recámara. Por fin se empezaron a ver en los profesionales conceptos de college como el QB Sweep, el QB Counter Trey, el QB Power Read o la Inverted Veer. Las defensas NFL necesitaron varios años para ajustar, a nivel esquemático y a nivel físico con la utilización de un tipo de jugadores diferente. A lo largo de su carrera, el quarterback registró 2129 yardas de carrera en scrambles por 3453 en jugadas diseñadas. En su temporada 2015 en la que fue nombrado MVP, 414 de sus 636 yardas de carrera llegaron con la pizarra de por medio, un 65% que supone un contraste enorme con lo que habíamos visto con Vick. Además, al contar con trece centímetros y 20 kilos más de peso, Newton podía generar mucho más juego en la zona roja. A lo largo de sus respectivas carreras, uno firmó 36 touchdowns por tierra y el otro 75. La diferencia es abismal.

Una de las jugadas favoritas de Newton y los Panthers fue la QB Power Read que vemos a continuación. A diferencia de la más conocida zone read, aquí tenemos una acción de poder en la que Cam cuenta con el bloqueo del tight end Greg Olsen en el punto de ataque. Una vez que la lectura del defensive end sin bloquear es realizada, el quarterback tiene clara la decisión de mantener la pelota en su poder.

Una desafortunada lesión en su hombro lanzador mediada la campaña de 2018, unida a la decisión de los entrenadores de mantenerle en el campo varias semanas, virtualmente terminó con la carrera de Newton en la NFL. Entonces entró en juego el nuevo portador de la antorcha de los quarterbacks corredores, Lamar Jackson. La estrella de los Ravens, que recientemente ha firmado una renovación multimillonaria, está físicamente más en el molde de Michael Vick que de Cam Newton. La diferencia con estos dos es que Jackson sí ha sido entrenado desde la banda por un coordinador ofensivo, Greg Roman, que sabía perfectamente cómo utilizar un quarterback con tales condiciones atléticas. En su primer año completo juntos, en 2019, Lamar ganó el MVP de la liga con sus 36 pases de touchdown y 1206 yardas de carrera, nueva plusmarca para la posición. El 64% de esas yardas, 776, llegaron de la mano del diseño del coordinador ofensivo, manteniéndose el patrón que vimos con Newton. Las 176 carreras fueron eso sí 37 más de las que logró Cam en su año más prolífico en cuanto a número de intentos. Claramente, los Ravens habían perdido el miedo histórico a una lesión de su quarterback corriendo con la pelota. De hecho, cuando ha acabado en la enfermería hasta ahora ha sido por acciones dentro del pocket.

Si bien el uso de Jackson como quarterback corredor ha sido exquisito, a los Ravens de John Harbaugh les ha arrastrado la misma losa que en su momento llevaron los Falcons de Vick, el juego de pase del equipo nunca ha estado a la misma altura. De 2019 a 2022 Baltimore ha finalizado la campaña en yardas de pase en los puestos 27, 32, 13 y 28. Al mismo tiempo, ha pasado de ser el equipo más anotador de la NFL en 2019 a ir descendiendo a los escalones 7, 17 y 19 desde entonces. Esta situación la han conseguido revertir los Philadelphia Eagles de Nick Sirianni con su quarterback estrella, el también recientemente renovado Jalen Hurts.

Con Hurts los Eagles han conseguido lo que ningún equipo antes, casar el juego de pase con la enorme ventaja que supone contar con un atleta tan tremendo en la posición de quarterback. Esta pasada temporada, Philadelphia finalizó en el puesto 3 en puntos anotados, en quinto lugar en yardas de carrera, pero también en el Top 10 en lo que a yardas de pase se refiere. Hurts registró 22 touchdowns vía aérea por 13 vía terrestre, donde acumuló 760 yardas en 165 intentos. De nuevo, siguiendo las computaciones de PFF, el 70% de esas yardas llegaron en jugadas diseñadas, alcanzando cotas a las que no llegó siquiera Cam Newton.

Con DeVonta Smith y A.J. Brown, Hurts cuenta con dos armas en el exterior que cualquiera de sus predecesores en esta línea temporal de quarterbacks corredores que hemos creado jamás pudo soñar. Sin embargo, lo que ha marcado la diferencia verdaderamente en estos Eagles es cómo han logrado influenciar a las defensas para que siempre vayan un paso por detrás a nivel táctico. Su uso de las RPO (run pass option) ha elevado el nivel ofensivo del equipo hasta un punto al que no llegaron antes otros equipos. En este ejemplo de la pasada campaña contra Dallas Cowboys vemos las múltiples opciones del ataque de Philadelphia en cada jugada. En un primer momento parece que tenemos una entrega de balón al runningback en una inside zone. En realidad, Hurts está leyendo al defensive end sin bloquear en una zone read y mantiene la pelota en su poder para salir corriendo hacia su lado derecho. Aquí es donde llega el guiño final, la jugada tenía integrada un concepto de rutas entre tight end y wide receiver para darle una opción de pase al quarterback. Cuando el safety Donovan Wilson se compromete demasiado con la carrera de Hurts, a éste se le presenta un sencillo pase de touchdown para DeVonta Smith, del que la defensa tejana se olvidó de cubrir en la end zone.

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El éxito de los Eagles ha hecho que sus dos coordinadores hayan ascendido a puestos de head coach. El defensivo, Jonathan Gannon, es el nuevo entrenador jefe de los Arizona Cardinals. El ofensivo, Shane Steichen, está al mando de las operaciones en Indianapolis. En la primera ronda del pasado draft, los Colts escogieron en el número 4 al que esperan sea la piedra angular de su nuevo proyecto, el quarterback Anthony Richardson. El chico de la universidad de Florida es lo mejor que se ha visto físicamente desde Cam Newton. Sus registros atléticos en la combine rebasaron todas las expectativas. En 2022, Richardson rompió 39 placajes en sus 97 carreras para 713 yardas. Su movilidad se empareja con un brazo que es un auténtico cañón. Eso sí, a nivel de precisión es muy errático y llega verde a la liga con apenas 395 lanzamientos a sus espaldas en college. Steichen conoce perfectamente el plan para pulir este tipo de pasadores pues fue parte del plan con Jalen Hurts en Philadelphia.

Es cierto que los Colts no tienen las mismas opciones en el exterior que los Eagles. No obstante, Indianapolis cuenta con un as que no habíamos visto hasta ahora en estos equipos con quarterbacks corredores. El runningback Jonathan Taylor lideró la NFL con 1811 yardas y 18TD vía terrestre hace un par de temporadas, antes de ser ralentizado por las lesiones el año pasado. En condiciones normales, sano, podemos hablar del mejor corredor puro de la competición. Las combinaciones que Steichen puede organizar con Richardson y Taylor son fascinantes. Quizás estemos ante la próxima evolución en la posición de quarterback y Anthony Richardson sea el protagonista. El tiempo nos dará la respuesta.