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Mundo NFL | Sitio oficial de la NFL en español

Dejemos de soñar: la historia del ciclón negro

28 de Agosto de 1963.

Washington, capital federal de los Estados Unidos de América.

A los pies de la colosal y "blanquecina" estatua marmórea de Abraham Lincoln, doscientos cincuenta mil ciudadanos aguardan sin ser conscientes de que van a vivir un momento que pasará a la historia estadounidense. Cobijados bajo la simbólica sombra de la escultura de uno de los mejores presidentes de Estados Unidos que un siglo antes pronunció el discurso de Gettysburg y el hombre que abolió la esclavitud en la nación, esperan con ilusión que un nuevo líder americano comparta con ellos un "sueño" de libertad y esperanza. Ha venido a este complejo monumental a exigir el cumplimiento de la decimotercera enmienda constitucional que impulsó el hombre que salvó la unión de la nación. Martin Luther King se presenta ante sus compatriotas cien años después del decimosexto presidente americano para promulgar otro de los discursos más icónicos de la historia.

La vida tiene muchas veces un misterioso e inquietante carácter premonitorio, y al amparo de Lincoln, Luther King proclama ante el mundo tener "el sueño" de que en un futuro cercano sus cuatro hijos pequeños vivirán en una nación dónde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter. De pie frente a los micrófonos, con su pulcro traje y corbata, Martin desconoce que cinco años después de aquellos aplausos y vítores su sueño, acabará convertido en pesadilla cuando, al igual que ocurrió con Abraham, una bala metálica cargada de odio e intransigencia termine por acallar su voz para siempre haciendo, paradójicamente, inmortal su mensaje y legado para las generaciones venideras…..

FILE - In this Aug. 28, 1963, file photo, Dr. Martin Luther King Jr., head of the Southern Christian Leadership Conference, addresses marchers during his "I Have a Dream" speech at the Lincoln Memorial in Washington. The Rev. Billy Graham was single-minded when he preached about God, prefacing sermon points with the phrase "The Bible says ..." Yet he had a complicated role in race relations, particularly when confronting segregation in his native South. The Rev. Martin Luther King Jr. was an ally, and King publicly credited Graham with helping the cause of civil rights. (AP Photo, File)

Mes de la Historia Negra ("Black History Month")

Figuras como la de Luther King, actos de "rebeldía" como el protagonizado por Rosa Parks al negarse a ceder su asiento en un autobús a un pasajero blanco y de forma global la incomprensión y segregación histórica de millones de afroamericanos se recuerdan cada año en Estados Unidos, durante febrero, en el llamado mes de la Historia Negra. La fecha elegida no es casual, puesto que durante el segundo mes del año se rememora el nacimiento de Abraham Lincoln.

El deporte ha sido tradicionalmente una de las herramientas que la humanidad ha utilizado para romper barreras raciales, culturales e idiomáticas y estrechar lazos entre semejantes. Una poderosa arma que nos equipara como seres humanos en el ecuánime sistema de la meritocracia independientemente de nuestro origen y condición. Con el espíritu deportivo y los valores de tolerancia, sacrificio, igualdad y trabajo en equipo que se adquieren con la práctica de ejercicio físico se han roto los "grilletes" de la discriminación a lo largo y ancho del globo terráqueo.

En Estados Unidos el fútbol americano es el deporte rey por excelencia. La NFL goza de una envidiable salud y temporada tras temporada no deja de crecer y acumular ganancias económicas de infarto. El Super Bowl es el evento deportivo más visto de la temporada, con audiencias que superan los ciento quince millones de espectadores y supone una excelente carta de presentación para otros países donde el deporte nacional americano no es tan conocido ni popular. La liga va dando pequeños pasos hacia la igualdad racial desde su fundación, aunque, como en diversos ámbitos de nuestra existencia, ha habido voces alzadas con vehemencia denunciando públicamente un trato discriminatorio. Se han alcanzado, sin embargo, metas que hace medio siglo parecían imposibles. Llegar hasta el momento actual habría sido imposible sin la figura de valientes "soñadores" que como Luther King anhelaron tiempo atrás despojarse de las "esposas" de la marginación racial por medio del deporte. Pioneros que mucho antes que Martin tuvieron que rebelarse contra el orden establecido y enfrentarse cara a cara con la discriminación. Uno de esos héroes, cuyo reconocimiento ha sido sepultado por el implacable paso del tiempo, responde al nombre de Charles Follis. Un hombre que destruyó los prejuicios raciales entre vecinos y adversarios por su capacidad para correr con una pelota de cuero marrón en sus manos y cuya historia merece ser rescatada de las garras del olvido.

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"Black Cyclone": el Huracán negro de Shelby que arrasó a su paso

Ocaso del siglo diecinueve. Estados Unidos se encuentra en un período de reconstrucción, intentando sanar las heridas que ha dejado en la sociedad americana la guerra de secesión. En Cloverdale, un pequeño pueblo de Virginia, reside una familia afroamericana cuyo apellido quedará grabado en la historia deportiva estadounidense.

James Henry Follis y Catherine Mathilda Follis observan emocionados a su pequeño recién nacido, mientras desean un futuro de libertad y prosperidad para su quinto hijo. A pesar de la abolición de la esclavitud y la igualdad ante la ley, en las calles americanas impera el "Separados, pero iguales" con la segregación racial en medios de transporte y edificios públicos. Por tanto la feliz pareja no puede imaginar aquel 3 de Febrero de 1879 que el neonato Charles Follis, que duerme plácidamente en sus brazos, quizá soñando con sus días futuros de grandeza, pasará a la historia del deporte nacional americano como el primer jugador negro en firmar un contrato profesional de fútbol americano.

Con siete bocas que alimentar, la familia Follis se trasladó a Wooster, Ohio y en esta localidad del condado de Wayne empieza el idilio de Charles con el ovoide de fútbol americano. En el instituto de la localidad comenzó a demostrar sus dotes de liderazgo además de su calidad como corredor y el pionero adolescente desempeñó un papel crucial en la organización del primer equipo de fútbol del Wooster High School. Elegido por sus compañeros, todos de raza blanca, como capitán del equipo, Follis lideró al conjunto local a la consecución de una temporada perfecta ganándose la admiración de compañeros y rivales.

Al terminar la educación básica, Charles ingresó en la universidad de Wooster, sin embargo, prefirió enfundarse la camiseta de la Asociación Atlética de Wooster, un equipo amateur local, para continuar desplegando sobre el césped su enorme talento futbolístico. Con su metro ochenta y tres centímetros de altura y sus noventa kilogramos de peso, Follis era una "fuerza de la naturaleza", imparable para las defensas rivales. Atravesaba las líneas defensivas contrarias con una virulencia y velocidad portentosas, que le hicieron merecedor del simbólico apelativo de "Ciclón negro" ("Black Cyclone").

La leyenda de Follis iba a terminar de forjarse cuando, siendo integrante del conjunto de Wooster, el "Ciclón negro" se midiera en un par de encuentros al conjunto de Shelby, los campeones de camiseta azul del norte de Ohio, que participaban en la poderosa Ohio League (liga activa entre 1902 y 1919 predecesora de la actual NFL). Charles impactó a propios y extraños en aquella serie de partidos por su forma de correr en ataque y placar en defensa, era un "Huracán negro" que arrasaba con todo a su paso.

Frank C. Schiffer, gerente del Shelby Athletic Club (posteriormente pasarían a llamarse Shelby Blues), era un espectador más de aquellos encuentros y desde el primer momento lo tuvo claro: quería, como declaró frente a los medios de comunicación, "que Follis jugara con ellos, no contra ellos".

Schiffer no cesó en su empeño de incorporar a Charles a su proyecto deportivo, le ofreció un empleo en la tienda Howard Seltzer and Sons Hardware Store de la localidad para que Follis pudiera compatibilizar trabajo y fútbol americano y de esta manera el "Ciclón", nacido en Cloverdale, se incorporó en 1902 al conjunto de Shelby, siendo además, la primera familia de raza negra que iba a vivir en la localidad del condado de Richland.

El "fichaje" de Follis produjo rédito deportivo inmediato. El juego terrestre de Shelby mejoró sustancialmente con la ayuda de Charles. Se recuerdan múltiples actuaciones del corredor, como una carrera de sesenta yardas en la victoria cincuenta y ocho a cero frente a Fremont en la que todos los miembros del conjunto de California intentaron atrapar sin éxito a Follis. Paralelamente a su éxito sobre el verde, la popularidad del "Ciclón" creció como la espuma a nivel local gracias a las crónicas que salían de las plumas de los periodistas que cubrían los partidos de los coloquialmente conocidos como "Blues".

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La sociedad americana de principios del siglo veinte, no obstante, no estaba preparada para los efectos devastadores del "Ciclón Follis". Muchos adversarios y aficiones rivales eran incapaces de ver más allá del color de su piel y el jugador tuvo que sufrir en sus propias carnes la sinrazón humana. La dureza de los golpes sobrepasaba en muchas ocasiones los límites del reglamento y los contrarios se empleaban con violencia, incluso cuando la jugada había terminado, para demostrar su "supuesta superioridad racial" respecto a Follis, con la connivencia del árbitro de turno.

En un encuentro frente a Toledo, la encolerizada grada comenzó a jalear airadamente dirigiéndose a Follis de forma despectiva y solicitando su inmediata exclusión del partido. No cesaban de repetir: "Negro, Negro, sacar al negro del campo". La figura de Jack Tattersall, capitán de Toledo,  emergió entre la barbarie local, para establecerse como un noble paladín de la justicia y el deporte, solicitando ante la multitud consideración para su adversario: "Follis es un caballero y un jugador limpio, no merece de ninguna manera tales faltas de respeto. Si no cesan dichos insultos ambos equipos abandonaremos el campo" espetó ante la sorpresa del gentío.

Las vejaciones no siempre provenían de los forasteros. En una ocasión el "Ciclón Negro" acudió con sus compañeros a una taberna de Shelby para refrescarse después de un entrenamiento. Al verlos aparecer por la puerta el dueño del establecimiento anunció que "los jugadores blancos podían permanecer en el local pero el negro tenía que marcharse". Charles Follis experimentó de primera mano que la supuesta igualdad constitucional que otorgaba la decimotercera enmienda de Lincoln para todos los ciudadanos americanos era una quimera en la vida real.

Los huracanes son tormentas caracterizadas por vientos temibles e impetuosos y el "Ciclón Follis" no iba a ser una excepción. Había que combatirlo con armas más poderosas que el simple y vacío insulto para apagar su potencia destructora. Durante las temporadas de mil novecientos tres y mil novecientos cuatro se mantuvo centrado en mejorar sus prestaciones  sobre el terreno de juego y demostrar una inteligencia superior a la de sus homólogos, puesto que nunca contestó a sus detractores y difamadores.

Un año más tarde, en mil novecientos cuatro se produciría el hecho que hizo a Charles ser inmortal. Follis estampó su firma en un contrato que le iba a reportar dólares por continuar jugando en el Shelby Athletic Club. Se convertía de ese modo en el primer jugador afroamericano en firmar un contrato "profesional" de fútbol americano y recibir compensación económica por ello. El "Ciclón Negro" estaba haciendo tambalear los cimientos mentales y estructurales de la unión nacional recién conformada. Celebró tal hazaña en el partido inaugural de la temporada con una carrera para touchdown de ochenta y tres yardas en la victoria por veintinueve puntos a cero frente a Marion. El rendimiento de Follis durante esa campaña iba a ser excelso y contribuyó enormemente a que el conjunto del condado de Richland finalizara la temporada con una única derrota cosechada frente a los Massillon Tigers, que terminarían por coronarse como campeones de la Ohio League en ese año de mil novecientos cuatro.

El conjunto de Shelby se convirtió en un equipo "profesional" en el año de mil novecientos seis. Cambió oficialmente su nombre por el de Shelby Blues debido al atuendo azul característico de sus uniformes. Charles Follis continuó calzándose sus botas y colocándose su protector de cuero en la cabeza durante dos años más, aunque la dureza del deporte y la acumulación de golpes recibidos fueron haciendo mella en su robusto cuerpo y le obligaron a perderse más partidos de los que le hubiera gustado. El "Huracán Negro" saltó por última vez a un terreno de juego el día de acción de gracias de mil novecientos seis. El dolor físico logró hacer algo que no consiguió la intolerancia de los coetáneos de Follis, frenar en seco al portentoso corredor y alejar para siempre a Charles del césped. 

El "Ciclón Negro" abandonó la Ohio league habiendo dejado una herencia moral y deportiva de incalculable valor en la sociedad estadounidense de principios de siglo. Se llevó los efectos devastadores de su huracán lejos de los terrenos de juego y finalmente, a la temprana edad de treinta y un años, una neumonía terminó por disipar por completo y para siempre la tormenta Follis.

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Charles Follis: Pionero de Muchos

El corredor oriundo de Virginia, allanó con sus firmes pisadas el camino de los jugadores de raza negra que llegaron detrás del "Huracán Negro". Cada paso en este trascendental "duelo" entre humanos iguales con diferentes tonalidades epidérmicas es relevante y sin los esfuerzos y la sangre derramada de hombres como Lincoln, Follis o Luther King hubiera sido más complejo disfrutar de estrellas y referentes como Joe "the Jet" Perry, Franco Harris, Emlen "The Gremlin" Tunnell, Doug Williams o más recientemente Cam Newton o Lamar Jackson; ni ser partícipes de momentos históricos como el vivido en la última Super Bowl dónde por primera vez se enfrentaron dos quarterbacks de ascendencia afroamericana, Mahomes frente a Jalen Hurts, en la lucha por el trofeo Vince Lombardi.

No deja de ser contradictorio que en los últimos cincuenta años, la civilización humana ha conseguido avances científicos y tecnológicos distintivos del apelativo sapiens sapiens que nos define como especie y, sin embargo, nos asemejemos tanto al hombre del Neandertal en otras cuestiones éticas y filosóficas. Desgraciadamente la psique humana no ha variado tanto como nuestro entorno desde aquel veintiocho de agosto de mil novecientos sesenta y tres. Un eufórico Martin Luther King daba por concluido su alegato expresando el fin último de su deseo y el mayor de los sueños al que podemos aspirar como colectivo. El futuro ganador del Nobel de la Paz proclamaría : "Cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: ¡Libres al fin!, ¡somos libres al fin!". Sesenta años después de aquel día va siendo hora de cumplir esas enseñanzas para que, de una vez por todas, la humanidad deje de soñar.