Skip to main content

Mundo NFL | Sitio oficial de la NFL en español

Dólares y yardas: contrato por NIL en colegial o contrato de novato en la NFL, ¿qué conviene más a los jugadores?

"Si eres bueno para algo, nunca lo hagas gratis." Una frase dicha por el Joker de la película The Dark Knight (Christopher Nolan, 2008) interpretado por Heath Ledger, la cual puede aplicarse perfectamente a los jugadores de futbol americano colegial. Naturalmente, entre más buenos sean, más grande es el pago que reciben, pero ¿al grado de decidir permanecer en la universidad por esa razón? ¿Las ganancias son tan lucrativas como para compararlas con las que se reciben en la NFL? Hoy lo analizamos entre dólares y yardas.

Existen jugadores muy exitosos a nivel colegial que cuando pasan a la NFL, simplemente no funcionan por cualquier circunstancia. Lo desafortunado para ellos es que seguramente ellos fueron parte importante de la generación de buenas cantidades de dinero para sus escuelas y ellos no obtienen nada de esa derrama económica (por lo menos de forma oficial). Después de dominar en el campo frente a estadios llenos con 50, 60 o 70 mil personas, tienen que darle la vuelta a la página y buscar un trabajo distinto para mantener a su familia.

Comencemos por recordar que el concepto de que los jugadores colegiales reciban un pago por el uso de su nombre, imagen y semejanza (NIL por sus siglas en inglés) es algo que se remonta apenas a mediados del año 2021. No porque antes no sucediera, pero sí porque ahora estos arreglos son públicos y están a la vista de todos, provocando que ahora este circuito deportivo sea para ellos algo que siempre había sido para todos los demás: un negocio de mercado abierto.

Como buena lógica de mercado abierto, existe una pirámide en donde en la base están la mayor cantidad de jugadores que son los que menos ganan y a medida que se escala en la pirámide los ingresos suben, pero la cantidad de jugadores decrece cada vez más.

Los contratos por NIL más comunes son realmente básicos; marcas o negocios locales o en el mejor de los casos regionales que usan la relativa fama momentánea de los jugadores de la universidad de la ciudad, que pagan por saludos, publicaciones en redes sociales y otras cosas así de simples, casi siempre a cambio de pagos en especie o de unos cuantos cientos de dólares. En un siguiente nivel están las firmas de autógrafos y apariciones que son un poco mejor pagadas.

Sin embargo también están esos otros que implican un patrocinio mucho más completo, acuerdos de alcance nacional en los que se usa la imagen de un jugador para promover una marca, apareciendo en comerciales en distintos medios, vistiendo todo el tiempo la marca, funcionando como vocero e incluso formando parte del negocio mismo.

Bijan Robinson forge

Un caso llamativo, de un jugador teniendo su propio negocio que a la vez lo patrocina es el del corredor de Texas, Bijan Robinson, quien tiene su propia marca de mostaza llamada "Bijan Mustardson", la cual se promociona como: "La Dijon oficial de Bijan" y promete en su etiqueta, junto a una ilustración de la cara del corredor, un sabor que se siente "como un touchdown en tu boca".

En la temporada 2022, de acuerdo con algunos reportes, los jugadores mejor valuados en contratos de NIL fueron Bryce Young, QB de Alabama y C.J. Stroud, QB de Ohio St., quienes generaron 3.2 y 2.5 millones de dólares, respectivamente, cantidades que se verán fácilmente opacadas solo en el primer año en el que se conviertan en profesionales, ya que únicamente el bono del contrato que recibirán estará entre los 23.5 y 26.5 millones de dólares, asumiendo que ambos son seleccionados entre las primeras cuatro selecciones.

Para Young pasar de un punto en el es un jugador dominante en un programa de élite en donde gana 3.2 millones en un año a asegurar unos 25 millones solo de bono por firma, implica el multiplicar su ingreso aproximadamente por ocho.

Stroud forge

Bajemos un escalón en la pirámide. Aquí encontramos casos ilustrativos como los de Kayshon Boutte, receptor de LSU (7), Deuce Vaughn, corredor de Kansas St. (14) y Sean Tucker, corredor de Syracuse (15). Todos ellos estuvieron entre los 15 jugadores mejor valuados en contratos de NIL en 2022. Boutte rebasó el millón de dólares en 2022, Vaughn sumó 478 mil y Tucker, solo una posición detrás en el ranking, 239 mil dólares. Lo que tienen estos tres jugadores en común y por lo que sus ejemplos resultan ilustrativos, es porque los tres serán seleccionados en el Draft de la NFL en 2023, todos en rondas intermedias, entre la cuarta y la quinta.

Si pensamos que son la primera selección de la cuarta ronda, en términos financieros estos jugadores tendrían un contrato con valor total de 4.7 millones de dólares, de los cuales 907 mil vienen en el bono por firma, es decir que los recibirán en el primer año. La diferencia entre 2022 y 2023 para el receptor de LSU sería pasar de 1.2 millones a 907 mil, solo en bono por firma, pero si a esto le agregamos los 750 mil del salario base entonces ya estamos en 1.6 millones, por lo que el beneficio ya es de más de 400 mil dólares.

Si nos vamos al otro extremo y pensamos que alguno es el último pick de la quinta ronda, su ingreso por bono por firma sería de casi 264 mil dólares, una cantidad que supera apenas en un poco más de 30 mil dólares a la percibida por Tucker en 2022, de tal forma que entonces los 750 mil de salario base serían toda la diferencia para él.

Estos casos son ilustrativos, pero están ubicados en la punta de la pirámide o muy cerca de ella por lo que, para la gran mayoría de los jugadores colegiales, el hacerse de un contrato de novato representa una diferencia tremenda en ingresos.

Para respaldar este argumento, vale la pena traer a cuenta el promedio de ganancias de los programas colegiales más lucrativos para los jugadores. El top-5 en 2022 en promedio de ingresos para cada jugador estuvo integrado así:

  1. Texas A&M. 85 mil dólares
  2. Michigan. 65 mil dólares
  3. Oklahoma. 64 mil dólares
  4. Georgia. 56 mil dólares
  5. Alabama. 52 mil dólares
Alabama quarterback Bryce Young watches from the sideline during the second half of the Sugar Bowl NCAA college football game against Kansas State Saturday, Dec. 31, 2022, in New Orleans. (AP Photo/Butch Dill)

Existen reportes que indican que Young ya tenía apalabrados contratos de NIL cercanos al millón de dólares antes de siquiera ser el QB titular del Crimson Tide. Quinn Ewers, se graduó un año antes de la preparatoria para enrolarse en las filas de Ohio St. y convertirse en su QB, todo esto acompañado de un contrato de siete cifras, un año después se transfirió a Texas. The Athletic reportó que un recluta de cinco estrellas de la clase 2023, cuyo nombre no fue revelado, firmó un contrato de NIL que le pagaría más de 8 millones de dólares para el final de su tercer año en la universidad a cambio de hacer apariciones públicas y publicaciones en redes sociales.

Sin embargo es cuestión de tiempo para que venga una evolución en la cual veamos un cambio de enfoque para dar cantidades menores a un número mayor de jugadores, asegurando tener a un mejor equipo de forma integral y no solo contar con talento focalizado en pocas posiciones. Esta evolución implicaría, por supuesto, menos ingresos para los jugadores en la punta, pero más para los que están en la base.

Es una realidad que el mundo de los NILs le ha dado la posibilidad a los jugadores colegiales de negociar mejores acuerdos para recibir una paga abierta y legal aprovechando la apertura y que se conocen los precios de mercado, pero podemos afirmar sin miedo que la compensación no está todavía al nivel de la percibida en los circuitos profesionales, por lo menos para la gran mayoría, por lo que la NFL sigue siendo el máximo sueño de un jugador de football no solo por la parte romántica que implica el jugar en el máximo nivel de este deporte, sino también por la económica.