En una encuesta realizada por The Athletic con varios jugadores de la NFL, salió a luz que el lugar mås hostil para salir de carretera en la liga era el Lambeau Field de Green Bay. Esto, lejos de un agravio, me pareció el mejor de los elogios posibles para el mercado mås pequeño de los deportes americanos, considerando NFL, NHL, NBA y MLB.
A veces no somos del todo conscientes de lo que supone que una ciudad de 100 mil habitantes, cuyos faros de dignidad provienen de asumirse como el gran centro minorista del norte del estado de Wisconsin y el hecho de que su franquicia profesional no tenga a un empresario capitalista como propietario, haya convertido un estadio de 80 mil personas en una fortaleza inexpugnable a partir de su condiciĂłn geogrĂĄfica, histĂłrica y social.
No sobra recordar que su vĂnculo con el futbol americano no comenzĂł con Vince Lombardi, el seminarista catĂłlico que les dio sus dos primeros tĂtulos de Super Bowl, ni con Curly Lambeau, hĂ©roe local de la zona este y fundador de la franquicia. A inicios del siglo XX, lo que verdaderamente paralizaba a la ciudad era la rivalidad de preparatorias entre Green Bay West y Green Bay East, un aspecto que influyĂł drĂĄsticamente en la construcciĂłn del Lambeau Field â-otrora New City Stadiumâ ante la imposibilidad de extender los terrenos del viejo City Stadium mĂĄs allĂĄ del East River, tributario, a su vez, del emblemĂĄtico Fox River, en la zona de los Grandes Lagos.
De hecho, desde los tiempos del viejo City Stadium, visitar a los Packers ya suponĂa un dolor de cabeza para los rivales. En esa Ă©poca, los vestidores de la preparatoria Green Bay East eran considerados indignos por los oponentes, por lo que tenĂan que prepararse antes del partido en las instalaciones del histĂłrico Hotel Northland, a casi dos kilĂłmetros de distancia.

Un poco de contexto: lo que hoy es Green Bay antes se conocĂa como dos ciudades distintas, divididas por el Fox River. Al este se erigĂa Green Bay; al oeste Fort Howard. Considerando el historial de sucesos violentos en torno a la rivalidad entre ambas ciudades, la ubicaciĂłn del nuevo estadio representaba una cuestiĂłn fundamental en tĂ©rminos de identidad. Cruzar el rĂo era como cruzar el BĂĄltico en el tiempo de las guerras nĂłrdicas. El antagonismo entre ambos frentes involucraba a estudiantes, gente de clase trabajadora y empresarios.
En algĂșn punto, la opciĂłn mĂĄs viable era mudar la franquicia a Milwaukee, la ciudad mĂĄs grande y poblada del estado de Wisconsin, para evitar alimentar la polarizaciĂłn en ambos lados del rĂo. Por suerte, el experimento resultĂł fallido, luego de que tras disputar algunos partidos como locales en Milwaukee, los Packers fueron vĂctimas de un boicot protagonizado por la prensa local y la masa social del equipo.
DespuĂ©s de intentar formar una asamblea equilibrada con ocho concejales del este y ocho del oeste, el entonces alcalde de Gran Bay, Otto Rachals, optĂł por contratar a una consultora externa para determinar, sin ningĂșn tipo de sesgo, la mejor zona posible para construir el nuevo estadio de futbol americano. Tres meses despuĂ©s, habiendo estudiado quince potenciales sedes, la consultora emitiĂł su informe en favor de Highland Avenue, lo que ahora es la famosa Lombardi Avenue, y Ridge Road, un ĂĄrea de tierras de cultivo en el extremo suroeste de Green Bay.
A pesar de la resistencia interpuesta por siete representantes del lado este, el consejo municipal aprobó en 1957 construir el nuevo estadio de la ciudad en los bordes de la zona oeste. Nueve meses después, fue completado e inaugurado oficialmente. Es posible que para redimirse con el lado este se haya decidido renombrarlo al poco tiempo en memoria de Curly Lambeau, fundador de la franquicia y, especialmente, héroe local de la preparatoria Green Bay East.
Con todo esto, no deberĂa causar extrañeza la condiciĂłn de Green Bay como territorio hostil.




