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Mark Malone, una víctima de las expectativas

La NFL puede ser una liga cruel. El nivel de exigencia es enorme y, no pocas veces, las alternativas para un novato parecen limitarse a dos: o consigue ser una superestrella o acabará por no ser nadie. Las estadísticas pueden decirnos grandes cosas de una trayectoria, pero no muestran la película completa. Será la percepción general de los aficionados, los expertos y los compañeros la encargada de fijar la imagen de un jugador en adelante. Y por eso, me temo, la percepción sobre Mark Malone, el quarterback titular de los Steelers durante una parte importante del decenio de los ochenta, será siempre mala. Porque, a pesar de ser un buen deportista y un tipo entregado, la expectativas con las que tuvo que medirse fueron demasiadas, las cosas no le salieron y hasta una selección en el draft posterior a la suya (de tres años después) acabó por arrojar toda clase de sombras sobre su carrera.

Mark Malone nació en 1958 en la localidad de El Cajón, California. Fue una estrella como QB en el High School y sus dotes atléticas eran tan notables que llegó a pensarse en él como competidor para el decatlón para las Olimpiadas de Moscú en 1980, que finalmente fueron boicoteadas por Estados Unidos. Jugó colegial con Arizona State con números no demasiado espectaculares, pero dejando constancia de ser un buen mariscal corredor (para algunos, mucho mejor que lanzador) e incluso mostró cierta versatilidad de ser capaz de recibir pases y correr trayectorias de wide receiver

Los Steelers lo seleccionaron como su primera ronda en 1980, con el turno 28. Malone llegó a un equipo que acababa de ganar el Super Bowl XIV, por 31-19 a los Rams. El MVP del partido había sido el QB Terry Bradshaw. Los de Pittsburgh habían obtenido su cuarto anillo y certificado su condición de mayor dinastía (hasta entonces) en la historia de la liga. Malone, pues, entraba al paraíso. Solo que no. 

El equipo, que tenía demasiados veteranos en sus filas, comenzó un lento declive. Aunque no tuvieron temporadas perdedoras entre el 1980 y 1983, tampoco alcanzaron la vieja excelencia. Bradshaw comenzó a padecer recurrentes lesiones y una, en el codo, que lo llevó a una cirugía que salió mal, terminó con su carrera tras disputar solo un juego en 1983. Ese año, por cierto, en el draft, los Steelers tuvieron a tiro a Dan Marino, quien jugaba en el equipo local colegial, los Pittsburgh Panthers. Pero, en un error histórico, lo dejaron pasar. Y Marino se consagraría como estrella con los Miami Dolphins, porque los Steelers optaron por apostar por los QB que tenía en el roster. 

El puesto de mariscal en el equipo de acero pasó a Cliff Stoudt, un jugador cumplidor muy a secas, a quien los aficionados de los Steelers compararon muy desfavorablemente con Bradshaw, héroe y ganador de cuatro SB. Stoudt, quien había conducido una temporada ganadora de 10-6, se sintió despreciado y huyó a la efímera USFL en 1984.

Quarterbacks Terry Bradshaw, left, and Mark Malone of the Pittsburgh Steelers discuss strategy during their game with the Cincinnati Bengals in Pittsburgh, Pa., Dec. 4, 1983. The Steelers lost to the Benals 23-10. Steeler's head coach Chuck Noll, disclosed at a press conference that Bradshaw would replace Cliff Stoudt as the starting quarterback for the Steeler's next game against the New York Jets. Bradshaw has not played in a game since the Steeler's playoff loss to the San Diego Chargers last year. (AP Photo/Gene Puskar)

Malone se quedó con la titularidad. Su primer año fue casi de ensueño. Aunque tuvo una temporada ganadora por las uñas, de 9-7, los Steelers lograron colarse a los playoffs y derrotar en el juego Divisional a los Broncos de Denver. Se toparon en el juego de Conferencia justamente con un viejo conocido, Dan Marino, y sus Dolphins los aplastaron por 45-28. Eso sí, a los Steelers les quedó el consuelo de que los 49´s de San Francisco ganaron el Super Bowl… Y que el equipo de las tres estrellas fue sido el único capaz de derrotar a Montana, Rice y compañía en temporada regular y evitar que se convirtiera el segundo equipo con récord perfecto en la historia. 

Malone ganó popularidad ese año. Lo llamaban "Magnum", por el parecido que guardaba con el actor Tom Selleck, quien interpretaba en un serial televisivo a un detective galán llamado así. Pero lo dijimos al principio: la liga es cruel. A partir de 1985, los Steelers encadenaron temporadas perdedoras y Malone, ineficaz, y baldado por lesiones, se convirtió en un sinónimo de derrota. Todo mundo, en la prensa y las gradas, recordaba una cosa: que los Steelers podrían haber tenido a Dan Marino en su puesto. Una pesadilla. 

"Magnum" fue cambiado a los Chargers en 1988, y acabó su carrera en los Jets un año más tarde. Luego del retiro se pasó a comentarista de televisión con buena fortuna. Es un tipo con humor y que conoce bien el juego. En los micrófonos, sin duda, ha destacado más que en los emparrillados. Allí, por suerte, no hay tantos zapatos gigantes por llenar.